NADIE ME DEJO EN PAZ CUANDO SUPLICABA Y MAS ME TORTURABAN

Nadie me escuchó cuando suplicaba piedad y que me dejaran tranquila, fue todo lo contrario, se ensañaban todavía más a sabiendas de que me había quedado discapacitada y no fui tratada como una persona, con la humanidad de que era un duro golpe para mi haberme quedado así, al contrario, me negaron una calidad de vida. Quien lo hizo puede gritar que miento, pero no soy la primera con la que le ha dado la vuelta a todo para quedar como la víctima, pues es conocida por eso.

Yo quise que me dejaran en paz, pero le molestaba en el pueblo, porque era ver el pecado suyo continuamente y el miedo a que se murmurara que no era persona,  abandonándome después de cuatro años como a un perro; enseguida el salirle mal su ave pasajera, que la dejó olvidada y se le marchó en busca de carne fresca y eso lo vio toda la gente y se fue corriendo la voz, como ocurre en estos lugares.

Cuando llegue mi momento con la verdad por delante, si Dios quiere, ganaré todo aquello que demostraré que es cierto y que no podrán negar, por mucho que digan ¡no!, después dependerá de la aplicación de las leyes y del criterio del juez la pena que se imponga.

Toda la luz saldrá y el mal trato psicológico con una brutalidad sin límites y llena de sarcasmo, burla hacia la justicia y salvajismo hacia mi integridad física y moral, con una tortura insoportable y sin entrañas de ninguna clase, recibirá el justo merecimiento de la ley terrenal.

Nada de lo que he dicho es mentira, pues soy noble y el que avisa no es traidor, pero conmigo no lo fueron y la maldad les llevó a caer en sus propias trampas, menospreciándome y escupiéndome sin compasión, difamándome por todos los sitios, poniéndome de lo peor y quitándome lo que no les pertenecía, algo que ya sabe mi psiquiatra junto con toda mi vida y lo mal que me han dejado.

El cobarde que comete hechos malvados tipificados en el código penal y los desconoce, no le exime de recibir el justo merecimiento, pero es muy fácil hablar de paz, de tranquilidad, de mentiras compulsivas que se quieren creer que son sus verdades, para ponerse delante de un palco y demostrar que no son ciertas las pruebas que yo presentaré y con sorpresas que el Señor me ha dado, para acreditar a todo lo que he sido sometida.

Me dieron el beso de Judas y me crucificaron, supliqué y me lanzaron piedras hasta herir todo mi ser y mi mente, y cuando me han dejado muerta, porque fueron abandonadas y están solas sin sus amores falsos, ahora tienen miedo y se esconden, porque son cobardes, para afrontar sus pecados y rehabilitarse.

Lucharé hasta que la justicia en la que creo se aplique y mi abogado penalista se encargará de todo, para que el veredicto sea de culpabilidad y se me pague por todo el daño que me han hecho, que no tiene precio alguno, pues lo que han cometido conmigo es de ser unos criminales informáticos enviados por ella, que no se han creído nunca, que existen los medios adecuados para ser localizados, pero de momento ya tenemos un nombre, el de ella.
Precisamente por ser más inocente que una niña, confiar y no saber mentir, me han destrozado cruelmente y sin importarle a nadie que me quisiera morir y seguir haciéndolo, para incitarme al suicidio, como ya lo intenté una vez.
No he conocido a nadie en mi vida, que diga más mentiras y se las crea de verdad, para vivir feliz aparentemente, pero con mucho miedo en el interior por lo que me ha hecho.