VUELVO A REZAR PARA NO PERDER LA ESPERANZA, DE QUE ME APAREZCA UN BUEN AMOR, QUE ME QUIERA DE VERDAD

Vuelvo a rezar, para no perder la esperanza, de que me venga del cielo, ese amor verdadero que me sepa enamorar y amanecer con él, para darle mi vida y todo lo que llevo dentro de mi ser.

El más grande tesoro que Dios me dio cuando nací es mi corazón lleno de amor para siempre y que no tenga fin, un amor especial, para caminar por los senderos de la vida y hacer frente a las espinas, con la fuerza de lo que todo lo vence, el amor verdadero, que nace y que crece con el tiempo y salta las barreras de cualquier contrariedad que pueda surgir, para mirarla en la vejez y transmitirle un sentimiento profundo, que no muere nunca y permanece en nuestro interior, con la dulzura de los abrazos y las caricias; ese amor que todos buscan y cuando lo encuentran lo desprecian y destruyen, porque lo confunden con placeres carnales, que acaban pronto y son superficiales.

Lo quiero todo, un gran amor con quien compartir mi espíritu, mi corazón y toda yo, esa mujer preciosa por dentro, con cultura, humildad, inteligencia y que defienda mi presencia con uñas y dientes. El cuerpo se deteriora enseguida, no vale nada, pero la grandeza del amor en las entrañas sensibles de una buena mujer, siempre la conservan joven y maravillosa, para decirle al despertar..¡eres la más bonita de todas las rosas!,,,,eso es lo que sirve, lo que se valora, y no tiene que ser fea para ser así, pues a veces son peores las que no tienen ninguna de las dos cosas y solo son papeles, que mienten por decir algo, para engañar a sus conquistas de pocos días, porque salen corriendo y se dan por desaparecidas, solo quien no ha tenido maldad ni experiencia y ha sabido darlo todo, ha sido la expulsada con traiciones, malos tratos, puñaladas, agresiones y condenada, porque menguó de estatura al caer enferma y la tiraron, dejándola abandonada como a un animal y cargándole los pecados de gente desaprensiva, que no conocen lo que el futuro les deparará.

Nunca se debe levantar la voz con alegrías exageradas y diciendo barbaridades de mentiras, pues todo se vuelve en contra de quienes lo hacen y acaban llorando, de aquello de lo que presumían.