ESTOY CONVENCIDA

El interior que no está limpio, y va descubriendo verdades que otras personas han dicho y saben que no estaban equivocadas, jamás lo reconocerán, porque antes se las irá comiendo la prepotencia, se irán estropeando con su conciencia sucia, y en la soledad de su realidad, descubrirán ante el espejo, que no son felices y no se sienten bien, aunque digan lo contrario, porque nunca serán humildes para reconocer que fueron unas Judas. No solamente porque Dios lo sabe todo, sino porque no es cuestión de portarse así o asa con un ser querido, sino tener el alma blanca con el comportamiento hacia los demás. Las personas que tienen capacidad mental y un corazón inteligente, se darían cuenta de que todo les está saliendo mal, de que el saco se vacía, de que la crisis nos azota y no va quedando nada, de que la justicia divina existe y ha comenzado; de otras cosas que no digo, porque jamás me quisieron y me lo demostraron con creces, pues no se deja marchar a alguien a quien se ama, porque se ha quedado discapacitada, ignorarla como si no existiera porque no soportan la imperfección y son incapaces de querer de verdad, pues solo miran lo suyo y nunca valoran lo bueno, buscan la juventud como refugio a la superficialidad que poseen, y no pueden aguantar una enfermedad, volviéndose agresivas, hasta que explotan y se deshacen de lo que les molesta sin importarles para nada los palos que dan, y la falta de sentimientos humanos. Qué cierto es que cuando alguien no conoce el amor verdadero ni puede sentirlo, en la imperfección, no le importa maltratarte para tirarte como sea y quedarse tan campante acostándose con otra, convencidas de que la nueva vuelve a ser la mujer de sus vidas y la que siempre han soñado, palabras de papel repetidas, que están rotas y vuelan enseguida porque no tienen ningún peso.

Autoconvencerse y justificarse de las malas acciones es el primer reconocimiento de culpabilidad, el siguiente, es el caminar en silencio con la cara que refleja lo que va por dentro, el último presumir de amores en pequeñas raíces que no rozarán más que alguna vez, pero volverán a lo que de verdad se encontrarán cada día sin fallarles, que es la soledad y las arrugas del tiempo, hasta que la muerte se las lleve, para rendirle cuentas al cielo y esperar si tienen la puerta abierta, porque eso lo sabe el GRAN JEFE y no todo el mundo disfruta de la gloria eterna, pues tenemos la fea costumbre de decir que todos descansan en paz, y solo lo hacen quienes se arrepienten y no han tenido maldad en la vida, aunque sean pecadores también. La dicha empieza en la tierra, en donde comenzamos a vivir el Paraíso con la muerte de Jesús en la cruz por todo el ser humano, pero esa elección la cogemos muy pocos porque lo llevamos en el corazón e intentamos hacer el bien y no el mal, somos capaces de amar sin importar que nos critiquen y nos maten como a Él, y nos arrepentimos sabiendo pedir perdón cuando nos caemos por la debilidad humana.