LOS MEDICOS

Actualmente he conocido muchos médicos, por desgracia para mí, porque era mi salud la que me obligaba a ir a ellos. He conocido bastantes, unos a los que se le nota su vocación y otros que no pueden negar, que lo son por obligación.

En ocasiones son inducidos por la familia a elegir cualquier carrera, en otras son ellos mismos los que calculan la que les va a dar mayores beneficios y por último los verdaderos médicos, que sienten la necesidad, de ayudar a los enfermos a sanarse o por lo menos intentar mejorarles la calidad de vida.

Enseguida te das cuenta, cuando entras a la consulta por primera vez, en la forma en que te habla el médico y en la expresión de su cara, que no hace su trabajo nada a gusto.

Estos doctores que son así, te ven solamente como un número, al igual que si fueras un presidario de la cárcel.

Por suerte éstos puedo contarlos con los dedos de una mano, pero ¡qué trato Dios mio me dieron! hubiera preferido no estar delante de ellos, porque salía peor que estaba a nivel psicológico.

Todos sabemos que la fe mueve montañas, pues eso mismo digo yo con los médicos, ¡vale más el trato humano y la confianza que te inspira el que te considera un ser humano, que todo lo demás!.

La mayoría se desviven conmigo, me hablan con cariño y comprensión, se dan cuenta de lo que estoy sufriendo y me dan un apoyo, que lo es todo para mi. Encima son grandiosos expertos en su especialidad, es decir demuestran tener sentimientos y conocimientos.

Aquí en donde me encuentro, tengo una doctora de cabecera, que más antipática no puede ser, lo malo es que el único que vale la pena, tiene el cupo cubierto y la otra es de la misma forma o peor, esta otra cuando se le cruzan los cables, grita como si fuera tarzán, así que me quedo con la mía por fuerza mayor.

La última vez que me llevaron, que fue apenas hace unos días, le llamaron a la consulta por teléfono y estuvo irreconocible de simpática, pues no me pude aguantar y le dije que yo quería que me tratara así.

No hay nada que me hunda más, que una relación médico y paciente, en donde la seriedad y las ganas de perderme de vista sea lo que perciba.

Menos mal que en lo que tengo realmente delicado y necesito mis controles, dispongo de unos equipos estupendos. 

También hay que decir, que existen ciertos pacientes, que no tienen otra cosa que hacer y se pasan la vida en la consulta recogiendo recetas, cuando a lo mejor tienen en su casa todavía, para dar y vender. Esto suele ocurrir con mayor facilidad, entre las personas mayores porque tienen miedo a que les falte.

Si hay una carrera en la que debería triunfar la humanidad, creo que es la de medicina, una profesión en donde necesitamos esa fe que mueve montañas.

Nunca riñas con ninguno, es mejor obrar con cautela, pues nuestra salud depende de ellos y los hay vengativos a la hora de escucharte.

Vi una película basada en un hecho real, Patch Adams, pues me encantó la gran vocación de ese hombre, que ayudaba más con su amor al paciente, a la hora de morir, que todas las máquinas que les ponían a los enfermos terminales, para acabar muriendo igual, pero de distinta manera.

Espero que los nuevos estudiantes de medicina, se den cuenta de lo que van a tener en sus manos, que son vidas humanas que sienten y padecen, que les necesitan y deseo de verdad, que tengan ese Don especial, para que sepan hacerlo lo mejor posible.

Antes de terminar, decirles a esos pacientes que también los hay insoportables, que los buenos profesionales se merecen nuestra educación, respeto y afecto.