LA NAVIDAD

                                                              

                     


                                                                                                                                                                 ¡Navidad que vuelves otra vez!

Nunca fallas cada año para recordarnos lo que eres en verdad,

pero muchos no te saben comprender.

Contigo nació el rey de la Paz y el Amor y nos anuncias con tu

presencia, cómo estaría el mundo mejor.

Para muchos es alegría y festejos, para otros frío y dolor y el resto

llora de pena, porque no tiene a nadie a su alrededor.

El significado se ha deteriorado, ya no hay arguinaldos, ya no tocan los niños su zambomba y pandereta, no hay caridad para el pobre y en muchos hospitales reina el villancico de la muerte.

En los hogares se cena a lo grande y desean terminar cuanto antes para salir los jóvenes a emborracharse.

Para mi es el espíritu de la fraternidad, de convertirse en alguien mejor, de pensar en los demás y saber que nuestro Dios nació en un pesebre muy pobre, pero lleno de Amor y humildad.

Era el Rey del universo y se hizo pequeño ante todos, para darnos a conocer lo que realmente somos.

Nos creemos muy grandes y nos defendemos con uñas y dientes y eso nos convierte en pequeños, desagradables y muy prepotentes.

Oro, Incienso y Mirra le regalaron; y el hombre jamás obtendrá esos tesoros; porque ni se lo merece, ni los quiere y se aferra a que todo acaba aquí ¡qué necios somos y qué miserables! celebramos la navidad y ni tan siquiera creemos en ella.

A pesar de todo para aquellos que todavía nos queda esa poquita dicha de sentirla aunque nos traiga recuerdos amargos; os deseo todo lo que os pueda traer con la actitud de vuestros corazones y al resto; la luz que les quite la ceguera.