Vivían amargados y apenas hacían nada, pues no se trataba de trabajar más o menos, sino de la forma en que lo hacían, pues el dinero era lo que les importaba, y de los pacientes se reían por dentro y nada les importaba de ellos. No tenían vocación de ninguna clase, daban pánico a la hora de consultarles, ibas mal y salías peor, por eso se les iban marchando si podían, a otros que les trataran mejor.
Hacían su recorrido con total indiferencia, preguntaban el número de expediente, ordenaban los medicamentos que debían tomar, las enfermeras tomaban nota, y ellos continuaban la marcha, para poder terminar con toda rapidez.
El equipo de acompañantes los admiraban y cada vez deseaban ser igual a ellos, porque se veían con grandes cantidades en sus sacas y encima siendo importantes, sin apenas hacer nada. El matrimonio tuvo dos hijos, pero uno se les puso muy grave de mayor, era el pequeño, el más indefenso, y a pesar de ser médicos, se pusieron nerviosos, la madre lloraba y se sentían impotentes, pues con sus conocimientos no atinaban a curar al muchacho y el sudor aparecía sobres sus frentes.
Disparados lo taparon con una manta y marcharon a urgencias, del hospital en donde ejercían, pero al llegar, estaba abarrotado de gente muy enferma y los pusieron a la cola. No paraban de poner verde, el servicio tan pésimo de atención, por la pachorra que llevaban todos, y de que su hijo estuviera temblando entre sus abrazos; entonces, cuando les tocó, lo ingresaron inmediatamente y pasaron la noche con él.
Al día siguiente, llegó otro equipo igual a ellos, se limitaron a observarlo, tras hacerle las pruebas pertinentes, dieron las órdenes oportunas sobre la medicación y el estado del paciente, pero al ir a marcharse, el padre y la madre del ser humano, que llevaba un número colgando, se pusieron en pie y gritaron: ¿pero que se imaginan ustedes que es mi hijo, un número o un muñeco?....¿es que no se dan cuenta de que es una persona y es nuestro hijo?...¡o lo tratan de otra manera o los denunciamos!....¡nosotros somos médicos también!...Aquellos se volvieron a mirarles y les contestaron ¡doctor hemos aprendido sus conocimientos y su forma de actuar!....El silencio se hizo presente en la habitación y el padre llorando les dio el siguiente mensaje: La buena atención y el amor es la mejor inyección....y le preguntaron de nuevo: ¿y si no funciona?....el doctor con todo su corazón les respondió...¡hay que aumentar la dosis!....La medicina cura, eso es cierto, pero ninguna, como que traten con cariño, te transmitan humanidad y que se despidan con una sonrisa....
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