Aunque rota y sedada, seguiré resistiendo para ganar mi última batalla, contra viento y marea me dejaré lo que me quede de fuerzas, para salir de esta crueldad que me han hecho a conciencia. Cuando me venga mi dinero, seguiré mirando aunque ciega y sin rumbo, pero me llevará la mano mi Dios, que me ama y me dará un nuevo mundo.
Mi justicia final llegará como premio, a la enfermedad mental que me han producido, con una depresión grave que me tiene aturdida y sedada, pero se que veré delante de mi a quien sin piedad me ha hundido, disfrutando locamente mientras se ensañaba conmigo.
Esa mujer lo premeditó todo con mentiras, a sabiendas de lo que me estaba haciendo, piensa feliz que ha ganado algo de lo que soy inocente, por eso me robó cosas, para valerse de ellas y me llevó a la muerte en vida. Un castigo de película, que ni siquiera lo tienen quienes hacen males, pero conmigo no hubo consideración y se pasaron para empeorarme, pues no habían coherencias, no había nada, pero alguien se encargó de que me condenaran. Ahora en mayo como si fuera peligrosa tendré a la guardia civil en mi puerta, resulta ridículo cuando soy como una niña indefensa a la que se lo hacen todo, pero aquella mujer a la que no quiero ni recordar es la maldad perfecta y carece de todo, para llevarme a lo más increible.
He aprendido una lección, que no olvidaré mientras viva, pues tengo dos grandes profesionales que se ocupan de mi y de que pueda empezar una nueva vida.
No quiero nada de ella, solo quiero olvidar la metralla que me han metido, pues ni adrede me encuentro con otra peor, que no tiene sentimientos, ni amor alguno en su corazón.
Celebrar la alegría, beber el vino del triunfo, levantar la bandera de inocentes, pues por mucho que me hayan puesto mi pena, llegará mi ejército de valientes, quienes velarán por los cuchillos que me han clavado y mi alma empezará a pegarse con tiritas, para seguir viviendo y soñar que no toda la gente es igual.
La conciencia no se la ve casi nadie, pues si eso ocurriera, no existirían los asesinos cobardes, desafiantes de todas las leyes habidas y por haber, que torturan o agreden psicológicamente y se sientan o se acuestan satisfechos de sus hazañas.
Cada una de las lágrimas de sangre que han salido de todo mi ser, volverán a su sitio cuando reciba lo que deseo, seguiré con mi cruz y veré un poco la luz para dar mis paseos y me iré de este pueblo cuando me apetezca, para conocer gente nueva y tener amigas de mi edad más o menos.
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