EL ODIO

Según mi propio significado de la palabra odio, jamás he odiado a nadie, pues si desear justicia ante unos hechos delictivos, que casi me hacen perder la vida es odiar, la condena de un juez y los que están en la cárcel, sería todo por odio de los que aplican las penas. El odio para mi, es tomarse la justicia cada cual por su mano, pero los que cometen acciones fuera de lo normal y que son de muchas clases, no creo que las víctimas odien a sus malhechores, solo piden lo que les corresponde según los daños causados y que por derecho les corresponde. Lo que es triste es tener que luchar por conseguirlos, ya que de por sí, nos corresponde a todos por igual, pero en este país cuanto más delicuente es alguien, mejor tratado es y menos condenado. Unos aplicadores de la ley no ven nada, en donde hay de todo y sin embargo, en donde no hay nada, ven la opinión que se forman a su libre criterio o influenciados por algún motivo y te castigan de forma inexplicable, algo que en nuestro código penal tiene bien especificado en cada artículo, lo que es falta y lo que es delito, aunque luego los artículos los cambian al interpretarlos libremente. Luchar por evitar las malas acciones, que son delictivas, no es odio, es pedir justicia y si todo el mundo pasara página a lo que les pasa, no existirían las cárceles, pero si la delicuencia a toda pastilla. En España, se lucha por la violencia de género, los malos tratos crean traumas incurables, aunque te enseñan a vivir con ellos, se pueden apaciguar las secuelas que dejan, pero requiere tiempo, tratamiento, medicación, salir del lugar infernal y acabas respirando con una rutina, que solo deseas estar en casa, cuando encima la salud se ha visto muy afectada y no te deja ser persona con ganas de estar mucho tiempo fuera de casa. El odio en el amor existe, pero no es mi caso, ya que no tuve nada, excepto lo peor y nadie tuvo compasión de mi estado ni humanidad alguna, por lo que si tengo días horribles es porque se me juntan demasiadas cosas y ya no tengo apenas fuerzas, ni para tenerme sentada en mi silla eléctrica. No hay nada, como poder ponerse un poco los zapatos ajenos y llegar a comprender mis escritos, sin que a nadie le pase por la cabeza que es odio, pues perdoné hace muchísimo tiempo, pero eso, es compatible con la justicia terrenal.