LA CUEVA DE LOS GUSANOS ASESINOS

La cueva era normal, pero estaba oscura y llena de gusanos, que se arrastraban por el suelo en busca de comida. Estaban unidos, por el veneno que llevaban en su interior para matar a sus presas, pero el que parecía más inofensivo era un devorador maligno y listo, porque sabía matar y cuyo cerebro irracional conocía todas las maldades, transformándose en un inofensivo gusanito, para engañar y acabar hurgando en el cuerpo elegido, porque le gustaba chupar la sangre y meterle todo el líquido mortal, llevándolo poco a poco a su cueva y poderlo devorar con la rabia de su apetito. Un día salieron todos a pasear por el campo, pero acababan de fumigar, para matar a los animales que destruían la belleza natural. Todos recibieron su parte y quedaron destrozados, teniendo que huir a refugiarse en sus nidos, porque de tan listos que se creían ser, solo eran gusanos repugnantes, que asesinaban a placer. Solo se quedó uno, cuyo conocimiento de las armas mortales era especial y sabía reconocer lo que olía bien o mal, por eso se escapó con su pequeño tamaño, pero que era peor que todos los demás. Era el gusano de poca apariencia, había engendrado y tenía descendencia, pero si ese era perverso, lo que había tenido y criado era un gusano monstruoso, que no tenía ni pies ni cabeza, además era tremendamente criminal y se buscó uno para aparearse, que entre los dos eran tan asesinos, como los leones cuando tienen el estómago vacío. Los tres estaban unidos por los mismos instintos, pero el más pequeño y viejo, no podía estar sin matar continuamente, sus cambios de apariencia no engañaban a nadie, porque había picado mucho y los que entendían lo calaban enseguida de ser muy sigiloso y peligroso, pero nadie se atrevía a pisotearle. Los que eran sus descendientes se marcharon a las montañas, con el convencimiento de tener al gusano importante, para llevarles alimentos frescos cazados por él, pero el gusano empezó a perder peso de tanto buscar comida para ellos, ya no podía arrastrarse y preocuparse de llevar carne para llenar el buche de aquellos venenosos animales, pues iba perdiendo veneno, y ya le pesaba su cuerpo rastrero. Reunidos todos los habitantes cuyas ovejas y animales de granja corrían peligro, apareció una niña a la que habían mordido salvajemente, tanto el gusano como sus descendientes, pero al ser llevada al hospital rápidamente, consiguieron a base de antídotos salvarle la vida, pero quedó gravemente marcada por el ataque terrorífico de tanto como la destrozaron por dentro. La niña se fue un día a coger flores y a escribir sus sentimientos más profundos y mirando al cielo, le pidió al niño Jesús que no dejara que esos animales tan malos, solamente por placer, acabaran penetrando en el cuerpo de los humanos hasta hacerlos morir de tanto veneno mortífero, por eso con sus manos juntitas y su mirada limpia e ingenua, vio cumplido su deseo, y aquellos gusanos fueron destruidos con tan solo una palabra, una palabra que llegaba del cielo y los derrotaba con su mismo líquido, para que sufrieran y desaparecieran de sus interiores, aquellas babas destructivas, con las que disfrutaban y maldecían. Fue a partir de entonces, cuando el gusano de falsa apariencia descubrió que lo suyo era comer hierba, cagada por los elefantes de tan grandes como eran, y que le hicieron reventar del atracón que se daba, al no tener nada más para clavar.