EL GORILA DEL ZOOLOGICO

Se llamaba Dulzón y había sido encontrado por un parque, intentando ser amigo de los niños, algunos se iban corriendo, pero otros le hacían mimos y el gorila se ponía muy contento.

Nadie sabía de donde había salido, dieron parte a los miembros del zoológico y rápidamente se lo llevaron sin ningún problema. Precisamente le pusieron ese nombre por lo tierno, cariñoso, obediente e inteligente que se le veía.

Dulzón pasaba mucho tiempo libre, porque comprendieron que no era ningún peligro para nadie, se hizo famoso entre la gente que lo visitaba; y a todos les gastaba alguna gracia.

Los cuidadores lo querían mucho y le daban de comer muy bien, porque gracias a él, el zoológico había vuelto a tener vida.

Un día el gorila recibió la visita de unos científicos, que estuvieron observándole y tras llevar una orden para llevárselo, los del zoo no tuvieron más remedio que entregárselo.

Dulzón no puso resistencia porque confiaba en los hombres, se marchó tranquilo, aunque un poco triste de tener que dejar a sus amigos.

Lo llevaron a un laboratorio y día tras día le ponían una inyección para medir su capacidad mental; y al cabo de un tiempo, Dulzón comenzó a hacerse agresivo.

En uno de esos momentos en los que le iban a inyectar, con todas sus fuerzas, consiguió escaparse, matando a los que pillaba por delante. En la calle agredía a todo el que se le acercaba y los servicios de emergencia tuvieron que actuar.

Los cuidadores del zoo se enteraron de la noticia y fueron a su encuentro, pero Dulzón ya no conocía a nadie, lo habían vuelto loco.

Tuvieron que coger una gran escopeta y a base de tiros acabaron con la vida del gorila, nadie se enteró de la verdad, fue odiado por todos y acabó en los periódicos con el apodo..¡¡¡del gorila asesino!!!.

Dulzón era bueno, simpático y se llevaba muy bien con los seres humanos, pero éstos con su maldad y sus ganas de experimentar, acabaron con un pobre gorila que no había hecho nada malo y que solo regalaba su cariño a los demás.