LA MUÑECA DIABÓLICA DE UN LABORATORIO

La muñeca diabólica empezó a tener vida, pues en un laboratorio pequeño, le pusieron de todo, menos un cerebro normal. La habían programado solo para el sexo y buscaba sin parar a un hombre tras otro, acostándose con ellos, pues su única obsesión era esa, e iba al acecho de encontrar a alguien, que se dejara convencer y hacerle todo el mal posible. Tubo a uno, que se percató de que era una muñeca inservible, para las cosas importantes, y la encontraba rara, por eso, con el tiempo la tiró de su casa y se quedó feliz, contento y libre, pues no paraba de pensar en lo mismo, pero no aportaba nada y ni tan siquiera cocinaba bien, pues descansaba y descansaba a todas horas, porque solo deseaba comer, pero comer incansablemente, así, que acabó por agotar a ese pobre hombre de utilizarlo sexualmente. Los científicos, la buscaban para poder encerrarla, porque corría peligro el pobre que picara y la soportara, con su diabólico comportamiento, por lo que sin dar resultado la búsqueda de la misma, acabó enamorando a un enfermo desesperado, que la creyó humana y se la llevo a su hogar, para permanecer a su lado. El hombre, era inculto, feo, vacío, sin ideas, trastornado y avaricioso con el dinero, por eso, pudieron estar juntos, aunque acabara sin tanto sexo, de las enfermedades que le pasaba la muñeca diabólica, que le ocultaba secretos como robot construido. Él, no conocía el misterio de ella y como tenía tan mal corazón, poco tardó la muñeca en hacerlo igual, para convertirse los dos en retorcidos y asesinos. La madre adoptiva de la muñeca, que había originado el experimento, era una vieja, disfrazada de buena persona, pero en realidad llegaba del infierno y ocultaba la verdad de esa historia, para que alguien cargara con ella y no fuera encontrada por el laboratorio experimental, que se había dado cuenta de los fallos cometidos. El hombre, con unas letras inconfundibles, animaba a la abuela llena de arrugas y verrugas, con el propósito de engañar a los de fuera y que no se sintiera sola, pues se la comía la envidia de no tener con ella, a alguien que quisiera estar en su compañía. Sus ilusiones de llegar a tener una familia, se fueron a pique, pero se conformaba con el trastornado que la complacía y le decía lo que deseaba escuchar, pero de su lugar no se movían nunca. La anciana, enferma y desolada, preocupada, triste y amargada, horrible y consumida, por el veneno de la maldad, si quería estar bailando el canto de la felicidad fingida, con ellos, se tenía que ir ella con su hermoso descapotable, que se había convertido en una calabaza muy grande,... muy grande..., tan grande, que dejó sus recetas de cocina estudiadas, al quedarse sin ideas, porque las copiaba de los demás y sus manos no servían, para hacer comidas sencillas y ricas... pues, solo era especialista en la harina, para hacer pan duro....