MADRUGADA

Es la madrugada y me acompaña el silencio, mis lágrimas resbalan por mis mejillas y no voy a salir casi a la calle, quiero estar encerrada entre mis cuatro paredes, para no ver a la gente que mata con la lengua, porque son asesinas inventando cosas y ya puedo ser una santa, que con el letrero que me han colocado, me han condenado al paredón y me fusilan cada día, con las barbaridades que van diciendo de mi, a las personas que se relacionan conmigo. Nada es cierto, pero soy la de fuera, también hablan de los suyos, pero la hipocresía va por delante, aunque detrás machaquen y luego vuelvan a sonreír; no había conocido nada igual, por eso que nadie me hable de los pueblos, porque es lo peor que he conocido, donde la gente se aburre, no limpian sus casas, pero saben como está la de al lado, aunque tengan que inventárselo. Si fueran jueces, no existiría nadie en el  mundo excepto ellos, pues condenarían por placer a diestro y siniestro, pero es que encima son ignorantes, incultos y malos, una mezcla venenosa, que te va matando lentamente si no eres así y tienes sentimientos profundos. Solo me mantienen mis pequeños, sobrevivo por ellos, pero soy consciente de que vivo en un mundo muy cruel y tengo que salir de aquí, antes de que me mate la tortura, que invade mi cerebro y los recuerdos de pensar en que confié de tal manera, que me han derrotado a pesar de lo que pueda ocurrir. 

Ya no me apetece salir, en mi casa me siento segura y no veo nada, Carmen habrá dejado de existir, pasaré al olvido cuando pase un tiempo y elegirán a otra cabeza de turco, para colgarla sobre las paredes. eso suponiendo que venga, pero desde luego voy a mirar por mi salud y lo antes posible, quiero irme de aquí, para no acabar empeorando y dejar a mis pequeños sin su mami.