Ya se nota que queda poco de verano, en esta zona en donde dura muy poco, a veces por el día se nota aún el calor, pero ya te tienes que poner otras vestimentas; a mi no me gusta el invierno, aunque se que todo es necesario, pero los fríos y la tristeza que se pone en el exterior son horribles y la soledad juntos a tan malos recuerdos que invaden con más fuerza todavía, se hacen insoportables.
Ahora, en unos días recibiré la llamada que tanto espero, pues me llevarán a la ciudad de la alegría para mi salud mental y física, en donde poder llevar un comienzo de vida distinto, sin el martirio que sufro aquí y con el cartel que me han colocado, los seres más malos que puedan existir. Ya estoy deseándolo, es algo que me supera y me vence, el daño que hace esta mayoría de gente, que se deja contagiar y no tienen buenos sentimientos, solo viven matando con la lengua venenosa de la malicia y no les importa nada, solo disfrutar cuando peor estás y si te ven sufrir. Como dirían ellos: la forastera cogerá su caballo y galopará lo más rápido posible a una ciudad normal, de gente distinta, en donde tienen cosas mejores que hacer y por lo menos, conocer personas de mi edad, para salir a tomar algo, charlar, comer, ir a pasear etc. Otro planeta llamado tierra, en donde se respiren otros aires y pueda ser realmente quien soy y como soy, y no como todos los calificativos que han hecho que me fusilen, la matona de la pradera, con sus tratos de violencia en todos los aspectos.
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