LA ATRACCIÓN FÍSICA

Para mi particularmente, la atracción física es una cosa y el amor es otra, pues cuando alguien mantiene relaciones sexuales con otra persona, que le provoca un placer grande en su cuerpo, mucha gente suele confundirlo con el verdadero amor. Jamás me entregaría a nadie por ese motivo, pues lo más hermoso y especial es la entrega total del ser, compuesto por el corazón y el alma, que se manifiesta con la entrega de dos cuerpos convertidos en uno solo, para cuando se llega al éxtasis con la pareja, seguir después amándola con bonitas palabras, unas miradas llenas de profundidad, unos abrazos mimosos de dulzura, de pasión o un diálogo entre beso y beso o un te quiero, juegos risueños de dos personas, que realmente se aman en espíritu y se despiertan con ganas de seguir abrazados de tanto como se aman. Esos momentos dan fuerza en la convivencia diaria, que es donde realmente se notan esos sentimientos, cuando llegan circunstancias duras y nada ni nadie, puede arrancar de si misma a la otra parte de su vida y todo lo superan, porque predominan los mismos.

El verdadero amor, no es soñar con los placeres que te han dejado cuando te abandonan, porque eso solo fue carne con carne, es la necesidad de tenerla contigo, de verla, de compartir, de confiar, de notar su calor, de llorar y tener alegría con ella; es en definitiva la pura convivencia diaria y todo lo que conlleva, pues lo superficial y no estar juntos, eso lo aguanta cualquiera y ni a veces se soportan las parejas, porque el poco tiempo que están juntas, todo son riñas e incomprensiones.

Yo reconozco que soy una mujer de las que ya no quedan, me lo dicen hasta mis profesionales por lo profunda que soy y porque mi cuerpo es templo del Espíritu Santo, por eso no creo que pueda volver a enamorarme, pues soy así de especial y quizá difícil de entenderme y comprenderme, pero eso no me preocupa, porque lo dejo todo en manos de Dios y su opinión es la que realmente cuenta para mi.