Era un hombre dedicado a hacer el bien, todo lo que hacía era de forma desinteresada, vivía dedicado a ayudar a los demás y toda su riqueza la había repartido entre los pobres.
Su única alegría era entregarse a todo el que lo necesitaba y por este motivo su fama de bueno, se fue extendiendo por todos los sitios.
Vivía en una casita muy humilde y cuando se levantaba por las mañanas, tenía cola en la puerta de su casa, de gente pobre, enfermos, niños y ancianos desesperados.
Acudía a los poderosos en busca de donaciones para repartir y a los médicos, para que le ayudasen voluntariamente a curar a los enfermos. Su lucha por el bien le convirtió en un santo al que nadie llamaba así.
Llegó un momento en el que vendió su casita para seguir ayudando y tuvo que irse a vivir debajo de un puente, el frío que pasaba en invierno era espantoso, soportaba el no poder comer, pero lo que le ocurrió es que de tan bueno y bondadoso se quedó completamente solo.
Muchos de los que había ayudado le daban de lado, otros se avergonzaban de él, los demás le ignoraban y los ricos que le habían apoyado, ni tan siquiera lo reconocían.
En un momento de reflexión y de debilidad le empezaron a caer lágrimas a través de sus mejillas, como el agua que emana de un manantial, aquel Caballero sintió un dolor profundo en su corazón y en su alma, pero no estaba arrepentido de todo lo que hizo.
Una noche vio como se le acercaba una sombra y se asustó, aquella silueta se paró y desde una distancia prudencial le dijo: ¡Así son los seres humanos! ¡lo has dado todo y te han abandonado!....ahora la soledad es tu única compañera y con ella permanecerás hasta el día en que te mueras.
De repente la figura desapareció y el Caballero Bondadoso mirando hacia el cielo le dijo a Dios: Señor si llego a estar a tu lado y contemplarte, habré recibido la mayor riqueza que deseo y habrá valido la pena mi sufrimiento.
El Bondadoso y buen Caballero fue discriminado, abandonado y repudiado y cuando le llegó la hora de partir, lo encontraron unos de los que había ayudado y se lo llevaron para enterrarlo en la fosa común de los desconocidos.
Dedicado a mi amigo Miguelito.
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