Llevamos trece días de vacaciones y el tiempo acompaña mucho, pues hace calor y el turismo se nota en la playa y en las terrazas, aunque también tuvimos una buena tormenta ayer, que hizo algunos daños en escasos comercios. Hoy, el mercado ha sido precioso y la gente se bañaba en la playa como si fuera verano. Yo soy de las frioleras y no me quito el sayo hasta el 40 de mayo, por eso, cuando llegamos al apartamento mi mujer me pone la estufa y estoy en la gloria. Los pequeños están estupendamente, pero nuestro kimba también está en nuestras mentes y en nuestro corazón.
La semana santa aquí es muy especial y los actos son vivientes, después todo volverá a la normalidad. A estas alturas ya van entrando ganas de que vaya pasando el tiempo y volver al dulce hogar y cuando mi mujer termine de pintar toda la casa os la enseñaré.
El apartamento es un ático y divisamos el mar, tenemos piscina y no paramos de salir por ahí a ver cosas y a hacernos nuestras tapitas así que ya os contaré más detalles al regreso. Besos
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