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18 de febrero de 2013

2

LA NIÑA DEL OCEÁNO




Era una niña buena, estudiosa, inteligente, pero era demasiado inocente, por eso, pensaba que toda la gente era igual y daba mucho cariño a los demás, sin saber que ya nadie necesitaba tanto y aquello le sorprendía y la iba convirtiendo en una solitaria. La niña, se formó un sueño bonito, aquel que deseaba hacer realidad, pues era una niña muy especial y le ayudó a vivir con ilusión, aferrándose a su intimidad mágica, que le hacía tener la esperanza de que surgiría aquel milagro, que tanto anhelaba. Por fin, vio aquel barco y se convenció de que podría viajar en él con absoluta seguridad, recorriendo el mundo entero hasta más allá del infinito, por lo que se subió en él y cantaba de alegría cada mañana cuando se levantaba. Era tanta la locura de la niña, que no se percató de los agujeros que tenía aquel barco, de que era inseguro, de que se mareaba de tanto balancearse sobre las aguas, pero seguía riendo, porque era su barco y se cegaba, pues la convencían de que no se ahogaría y de que estaba a salvo. Una mañana, mientras la niña contemplaba los delfines, que saltaban por allí cerca, se puso triste, porque presentía que algo pasaba, pero no le decían la verdad sobre aquel barco, que estaba roto, por todos los sitios. La niña lloraba, no se podía sentar en ninguna parte, no podía tocar nada de aquel barco, porque no le gustaba a los de alrededor y tampoco al barco, que parecía tenerle asco. Una madrugada, la niña enfermó gravemente, el barco cada vez la hacía vomitar más, hasta que de repente, asomada tomando la fresca, fue tirada al agua de un fuerte empujón. Ella no sabía nadar y quedó inconsciente en mitad de aquella inmensidad líquida, pero al día siguiente, despertó sobre una barquita pequeña en mitad del océano, estaba muerta de miedo, lloraba a lágrima viva, llamaba gritando a aquel barco, porque no creía nada de lo que le estaba pasando, pero aquel barco se alejaba y allí solita, la dejó tirada. La niña ya no podía soportarlo, el terror la consumía, pero se quedó mirando al cielo y escuchó una voz que le decía: No temas pequeña, Yo estoy contigo, te he recogido con mis manos y te he colocado en esa barquita, para que no te mueras y tenerte a mi lado, hasta llevarte a la orilla, no te va a faltar de nada y no mires al barco, porque te ha dejado abandonada y se hundirá el solo. La niña se quedó dormida profundamente, pensaba que aquello no había sucedido, pero al abrir los ojos, se encontró en la orilla de una isla llena de fruta, aunque no tenía apetito y solo deseaba descansar. La niña, enferma y desvalida se defendía como podía, pues unos monos, que habitaban por allí, le llevaban cocos y sobrevivía, así que pasó un poco de tiempo y cuando ya se encontraba muy mal, apareció aquel viejo pescador, que con sus enormes barbas y una sonrisa muy grande le abrió sus brazos y la salvó de morir, la dejó en una linda casa y la niña aunque estaba muy mal, entre llantos y sonrisas le tomó pánico a los barcos y ya no deseaba viajar en ninguno. Una tarde, mientras paseaba tomando el sol cerca de la playa, pasó aquel viejo barco y la niña no dejaba de mirarlo, mientras en su interior, su corazón y su alma gritaban a los cuatro vientos su inmenso dolor y agonía, al recordar lo que le había hecho; pero mientras se le caían a chorros sus lágrimas de pena y miedo, aquel barco ante su presencia, se iba a la deriva, porque no fue lo que ella creía, pero se hundía solo sin pasajeros. La niña acabó creyendo, que habrían barcos mejores construídos, pero solo acabó en eso, pues ya no fue capaz de subir en ninguno y solamente los contemplaba, porque siempre había soñado con uno y esa imagen, de todo lo que le cegaba y no quiso ver ni aceptar, se le hacían presente una y otra vez. La niña, le rezaba al niño Jesús, pues le salvó el resto de su vida a través de aquel anciano, que era un pescador divino y la eligió a ella, para salvarla, aunque era tan buena, que no quiso nunca, que aquel viejo barco zozobrara.


2 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Amiga Boa:¡Qué alegría me da cuando me escribes con tanta dulzura!, me haces ver muchas cosas y aunque tenga mis caídas, me ayudas más de lo que imaginas... Un abrazo cariño

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