Estaba sentada en la orilla del mar y una paloma blanca se posó sobre su hombro. La luz y pureza de aquella paloma eran de un ángel del cielo, que la protegía de todo y contra todo. Le daba besitos con su pequeño pico e intentaba hacerla sonreír, para que le contara todos sus pensamientos.
Aquella mujer, soñaba despierta mirando la inmensidad de aquella maravilla y soñaba sin cesar cosas que deseaba, que se hicieran realidad entre lo que ya poseía.
Estaba muy cansada, apenas tenía ganas de nada y parecía feliz cuando su alma lloraba. Sus lágrimas resbalaban y sangraban, pero cada vez se hacía más fuerte para que nadie se lo notara.
Su destino era caminar por el sendero de darlo todo y no recibir casi nada, solo migajas que fracasaban y su pena aumentaba. Guardaba silencio profundo y no decía palabra, se moría de dolor ante una historia inadecuada.
En su hogar se iba a la cama muy pronto, pues era su más dulce refugio, porque dormía y nada le dañaba.
La paloma la seguía animando, sin hablar, conocía sus sentimientos, pero no la hizo despertar de aquel momento, un momento que no sabía si debía dejar y salir corriendo, para esconderse del mundo y acabar esperando la muerte...
Hola Carmen,seguro que esa mujer es amada y respetada por esa paloma blanca que aún si hablar, lo dice todo con su mirada.
ResponderEliminarEspero y deseo que estéis bien las dos!!
Besos para las dos:):)
Amiga Teresa : Me alegra tu visita y que entiendas mis escritos. Un abrazo
EliminarUy el amor no importa como se siempre te libera triste y hermosa historia . Te mando un beso y buena semana
ResponderEliminarGracias por tu comentario y te deseo lo mismo. Besitos
Eliminar