El amor verdadero tiene una definición preciosa, pero se la conoce de verdad en la convivencia de dos personas, que se aman en el día a día con todo lo que conlleva una relación, que no siempre es de color de rosas y hay que impedir que se atraganten las espinas.
Entre dos seres enamorados, hacer el amor es lo más sublime que existe, pero las horas de felicidad sin hacerlo son más duraderas, que ese acto en cuestión, por eso, es muy importante el complemento equilibrado de un caminar diario, que solo se aclara y se pasa cuando es verdadero por la actitud de saber ponerse cada cual en el lugar del otro. La balanza del amor no puede ni debe inclinarse de un lado solamente, pues es entonces cuando se acaba hundiendo del peso que se va acumulando y se derrumba al no poderse soportar, ya que en el toma y daca esta la realidad de unos sentimientos, que deben ser correspondidos en la misma medida, aunque en ocasiones una parte tenga que ceder un poco más, por cuando lo tenga que hacer la otra parte.
Tengo muy claro, que el amor verdadero vence siempre y en las riñas, es la cadena que te une más en la reconciliación y aumenta más cada vez, porque si no fuera así no tendría ese nombre. Todo es más sencillo cuando es ese amor el que se siente y no existen apenas esas peleas cuando dos personas adultas saben cogerse de la mano con fuerza y saltar los obstáculos, que a veces hasta lo ponen otras gentes, cuya envidia ante la dicha ajena es grande y se convierten en cizañas, que no desean ver la alegría en el rostro ajeno.
Nada ni nadie, puede vencer al amor verdadero, porque si se llama así es por la raíz tan sólida con la que va creciendo y se convierte en un tronco muy grande, que ni los vientos ni huracanes podrán arrancar nunca.
Todos buscan el amor verdadero, pero los espejismos existen y cada vez hay más ciegos en el valle de lágrimas de la vida, porque no saben diferenciar lo blanco del negro y a todo lo llaman amor, pero para saber definirlo y conocerlo de verdad es esperar su nacimiento y hacerlo mayor con el despertar de un nuevo amanecer, que dependerá siempre de los mismos sentimientos escritos y sellados en el corazón de dos enamorados, para que se dibuje la sonrisa de la felicidad compartida, aunque alguna vez se riña y se acabe enseguida, porque dos almas que se quieren no pueden verse tristes y se abrazan para que nunca triunfe el desamor de una experiencia celestial, que si la dirige el Señor es la más divina y sagrada que pueda existir.Mi mujer y yo, somos un ejemplo vivo de lo que es el amor verdadero y cada vez nos amamos más y más...y con ella me pierdo en el paraíso de la dicha terrenal sin temores de ninguna clase...
Yo soy el gruñón verdadero, jejeje.
ResponderEliminarSeguid así, os lo merecéis.
Grr :)
Eres un gruñón muy dulce y simpático y te lo digo yo que te quiero un montón. Besos
Eliminarfelicidades por esa felicidad...felices fiestas chicas.besitos
ResponderEliminarGracias amiga por acordarte y sigue adelante con tu trabajo tan bien elaborado y escrito. Un abrazo
Eliminar