Te he amado siempre, te amo y te amaré, hasta que contigo me encuentre, más allá de la muerte, aunque tu rostro, no pueda ver. Eres mi inspiración, en la agonía, en el sufrimiento y en el dolor, conoces la verdad, y sabes, lo que llevo en mi corazón. Eres mi poesía, quien me lo ha enseñado todo, pero con una sabiduría, que me llevo escrita, en el libro de mi vida. Nada ni nadie, me separará de ti, pues vaya donde vaya, ocuparás mi alma y en ella perdurarás, con el amor que me tienes y que eternamente, me tendrás.
No me sueltas de tu mano, en el silencio de tu llanto, en la tristeza de tu mirar, sufres al contemplarme con tus ojos, porque me ves inocente, y no escapas de la realidad.
Si, te llevo en mi interior más profundo y sublime, pues contigo, conocí el amor, con mis sentimientos más profundos, de ser humano, débil y especial; el más verdadero e inmenso, que se puede llegar a tener, en este mundo superficial y materialista. Me regalaste la cruz, para derramar mi sangre y se desató la tempestad, después, de casi llevarme a la muerte. Ahora, me voy contigo, me marcho por otro camino, un camino, que me lleva a la resurrección y a la oración de hablarte, cada día y cada noche. No puedo dejar de amarte, pues a pesar de hacerme vivir, lo que nunca creí, que pudiera soportar, te doy las gracias, con todo mi amor, pues he perdonado, sigo el curso de la justicia y aunque la gane o la pierda, te seguiré amando, en mi largo caminar, sola por la tierra...
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