Las familias de Flor y Ángel, se pusieron manos a la obra, para preparar la boda de los jóvenes, que habían decidido la fecha, para la primavera, exactamente, para el día 21 de la misma, que era cuando comenzaba. El tiempo pasaba deprisa en los padres, pero para los enamorados, se hacía lenta la espera y el momento de unirse ante el altar, para llevar a cabo con hechos, la promesa más hermosa, que salía del amor profundo que se tenían. Los dos eran primerizos, habían sido conquistadores, pero solo de coqueterías sin importancia, pues entre el trabajo, los principios que poseían y la educación, que habían recibido, deseaban conservar su entrega más sagrada y divina, para un único amor y con la ilusión de hacerlo, una vez convertidos los dos en una sola carne y en un solo espíritu. Ángel, cuando la besaba en el pajar de su granja y la acariciaba, el estómago le subía y le bajaba, y deseaba con toda su alma, hacer suya a Flor, que lo mantenía a raya, a pesar de sentir el mismo cosquilleo y la misma pasión. El día que le tocó suavemente, el pecho a su amada y se lo recorrió con tanta delicadeza, sintiendo cada centímetro de su piel, hasta dibujarlo con sus dedos, casi estuvieron a punto de caer, pero Flor con su prudencia y más sensatez, le besó dulcemente las manos y disfrutando con aquel placer le susurró en el odio ¡te quiero, amor mio y lo anhelo tanto como tú, pero debemos esperar!, aquellas palabras, enamoraban a Ángel de tal manera, que apenas comía, pensando en ella y no paraba de trabajar, esperando que el tiempo volara, para poner aquella alianza eterna, en el dedo de su amada. Flor, junto a su madre, empezaron a coser el vestido de novia juntas, y gozaban las dos, entre preguntas y preguntas, que le hacía la hija a su madre, en una estrecha conversación, con un gran respeto, confianza y mucho pudor. La madre de Flor, aconsejaba a su hija de mujer a mujer, de como debía comportarse con su esposo y el secreto, para tenerlo contento e ilusionado, con el propósito de que no se fijase en otras mujeres y Flor, escuchaba con mucha atención, pues para ella no era una lección que debía aprender, era algo que llevaba escrito en su corazón, porque estaba enamorada y le sobraban las palabras, pero quería a su madre y agradecía sus sabios consejos.
Poco a poco, terminaron entre todos la casa de la pareja y humildemente, la amueblaron como pudieron, dejándola preparada, para cuando regresaran del viaje de novios, instalarse en ella y comenzar su bonita historia como matrimonio, pues con un gran esfuerzo y compartiendo con ellos, los animales que poseían los padres, les abrieron el negocio, que les iba a ayudar a salir adelante.
Cuando ya estaba todo listo y avisados los que asistirían a la ceremonia, recibieron como regalos, un poco de dinero, que les iba a servir, para ir a la parte de Andalucía, que les hacía mucha ilusión desde el principio, pues deseaban conocer la Alhambra de Granada y la mezquita de Córdoba, por eso, lo metieron todo en el banco a nombre de los dos, soñando despiertos con ese viaje, que habían planeado, durante cada día de su noviazgo. Un día antes, sentados en un banco frente al verde campo, que se contemplaba con un sol radiante, mirando fijamente los pájaros, que volaban y canturreaban, Ángel observó a Flor un poco preocupada y que lo cogía del brazo, dejando reposar su cabeza, para sentir el calor de su novio, al que tanto amaba, pero Ángel le preguntó: ¿Qué te ocurre mi vida?...ella le contestó ¡estoy un poco asustada, por si no consigo hacerte feliz!,... con una sonrisa y un beso tierno, Ángel, la miró a sus pequeños y marrones ojos, para decirle lo siguiente: Mira cariño, me hiciste el hombre más feliz de la tierra, desde el primer instante en que nos vimos, pues con tu silencio y lo sonrojada que te pusiste, supe que eras la mujer soñada y la que deseaba para mi. Me has dado tu corazón y nos amamos intensamente, los dos somos trabajadores y valientes, por eso, el cielo nos guiará y con nuestros sentimientos, unidos en uno solo, venceremos con la fuerza, que todo lo puede, cualquier piedra con la que tropecemos y triunfaremos humildemente, para tener hijos y darles lo mejor de nosotros. Los criaremos sanamente y los haremos hombres y mujeres de bien, que sepan caminar por la vida con responsabilidad, nuestra ayuda cuando se la merezcan y sepan madurar con el aprendizaje, que nosotros no tuvimos. Nuestros hijos estudiarán y podrán elegir lo que desearán ser, en sus futuros, y si alguno, elige no hacerlo, le haremos comprender, que es muy necesario adquirir los conocimientos básicos y que podrá elegir, cuando sea mayor, cualquier empleo mucho mejor, pero entre tanto, le iré enseñando el oficio familiar, por si acaso.....
CONTINUARÁ
Cada vez estoy mas intrigada!!!!
ResponderEliminarUn abrazo.
La historia es preciosa, está basada en un hecho real, tal y como yo la veo y la siento al ver a estos personajes, que he creado a mi manera y con mi corazón. Un abrazo
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