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RETAZOS DEL ALMA

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9 de enero de 2013

1

LA BODA DE FLOR Y ÁNGEL Y EL VIAJE DE NOVIOS







Tan solo faltaban dos días, para el gran acontecimiento, que tanto soñaba la pareja y que les hacía estar nerviosos, ante la emoción de unirse en un amor sagrado, para estar juntos, hasta que la muerte los separara. Ya estaba el salón de la casa listo y la matanza efectuada, para el gran banquete y los ingredientes de una tarta, que harían juntas las madres, para celebrar humildemente, pero a lo grande, aquella esperada unión. Como era típico, un día antes, para evitar tentaciones, el novio no podía visitar a la novia, que se encontraba feliz, al saber, que se iba a convertir en la esposa del hombre que tanto amaba y por eso, no le importaba estar sin verlo 24 horas, porque después, sería para siempre su hombre, su amante, su amigo, su marido y el futuro padre de sus hijos. Aquella mujer joven y dicharachera, sonriente y algo tímida, se probó su precioso traje de novia y se puso a bailar, mirándose al espejo, mientras su corazón latía lleno de deseo y anhelada inquietud, pues iba a entregarse a su amado Ángel, la pureza fresca y la virginidad de su primera experiencia. ¡Por fin había llegado la hora!. De buena mañana, Flor, se duchó, se perfumó y con la ayuda de su madre, se colocó aquel vestido blanco, para ser llevada por sus padres, que también se habían acicalado y arreglado con sus ropas más elegantes, para coger el carro, que habían adornado con flores, quedando muy bonito y arrastrado por uno de los mejores caballos que poseían, para llevar a la bonita Flor, ante la presencia de su amado. 
Ángel, daba vueltas sin parar, no dejaba de mirar el reloj, sus padres le tranquilizaban, pero el muchacho, no podía creerse, que iba a casarse con la chica, que tanto deseaba y a la que le iba a ofrecer su vida entera. Desde lejos, divisó la llegada del carro y se puso en primera fila, para salir al encuentro enseguida y bajar de su brazo, a su novia querida. El padre de Ángel cogió a la madre de Flor y la madre de Ángel al padre de la misma, que al compás de la marcha nupcial, tocada por los vecinos del pueblo, acompañaban a la pareja, camino del altar. La iglesia era pequeña, pero muy acogedora y adornada, para la gran ocasión, los novios entraron los primeros, seguidos de los padrinos y de la multitud, y cuando se encontraron ante la presencia del sacerdote, se arrodillaron los dos, para santiguarse y rezar una pequeña oración.
Una vez todos colocados, escucharon el evangelio, que hablaba del matrimonio y de lo que conllevaba una promesa tan divina, por lo que los jóvenes enamorados, derramaron lágrimas de emoción por sus mejillas, ante la fecha más importante y especial, que quedaría gravada en sus corazones, ante el comienzo de un nuevo caminar distinto, solo entre ellos dos y con la fuerza maravillosa, de las cadenas del amor, que con todo podría, para saltar juntos en los momentos tristes y de alegrías. Tras la ceremonia, la comida suculenta y la gran tarta, se hicieron sus fotos inolvidables, de unos jóvenes, que ya eran marido y mujer y que estaban deseando, que llegara el anochecer, para quedarse solos, antes de iniciar su viaje de recién casados.
Flor y Ángel, se fueron a pasar la noche a su nuevo hogar, él, la cogió en brazos y la entró entre besos y te quieros, fundiéndola en un abrazo, del que no quería soltarla, pero Flor más nerviosa, que él, le pidió que la bajara y que se fuera acostando, mientras ella en el baño, su camisón se ponía. Ángel estaba algo asustado, pero no tanto como Flor y cuando ella se le acercó, con su gracia natural, su esposo le abrió la cama y sin prisas de ninguna clase, se pusieron a decirse, aquello que sentían, entre un preludio  de amor, lleno de suaves caricias, de deseo y de pasión. La delicadeza de Ángel, sus dulces palabras, su lento recorrido por el cuerpo de Flor, despertaban cada centímetro de su piel, haciendo que deseara entregarse sin temor alguno y queriendo consumar, aquel acto tan divino, que los convertiría en una sola carne y un solo espíritu. Ángel, no tenía prisas, deseaba tocar con sus manos aquel cuerpo, que ya era suyo y sentirlo de tal manera, que jamás pudiera olvidarlo. La noche fue mágica para los dos, la dicha era absoluta, el éxtasis de la entrega, fue para Flor maravillosa y Ángel tan enamorado, repetía sin parar, el hacer suya a su amada, por la que tanto iba a luchar, sin sospechar, que ella, no lo dejaría hacerlo solo y trabajaron juntos por igual.
Al día siguiente, con la mirada de la familia, se pusieron colorados, pero subieron a su carro e iniciaron el viaje a Andalucía, mirándose continuamente, del amor tan intenso que se tenían. En aquel viaje, fruto de una noche primaveral, entre sonrisas, jugueteos y mimos sin cesar, hicieron el amor sin parar y Flor, quedó embarazada sin saberlo, aquella noche de mayo, entre el perfume de las flores, que entraba por la ventana, contemplando a la pareja, que no podía estar más enamorada.  


1 comentario:

  1. Precioso!!!me ha encantado la historia y el final mucho mas,gracia Carmen por tu ofrecimiento pero para los aparatos soy un desastre.

    Besos

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