Tras un noviazgo precioso e inmenso amor, Ángel habló con sus padres y les informó de su deseo y tajante decisión, de convertir a esa mujer, que le había entrado en su gran corazón, en su esposa para siempre. Sus padres, estaban encantados con Flor, pero aconsejaban a Ángel de que esperara un poco más, para llevar a cabo su deseo, a lo que Ángel les explicó, que no le importaba casarse con lo justo, porque trabajaría sin cesar, para darle a su bella Flor, todo aquello que necesitara y lucharían juntos los dos, entonces, aquel matrimonio derramando lágrimas de emoción, ante la dicha del único hijo que tenían, le dieron la aprobación, con un abrazo inmenso, al ver que el muchacho, ya era todo un hombre e iba a iniciar su propio recorrido por la vida, con aquella mujer, pequeña y bonita, que era, sin duda alguna, su alma gemela. Ángel, se puso muy elegante y compró dos alianzas, para dirigirse con su familia, a la casa de su chica, pues iba a hacerle la gran petición y a realizar el acto más importante de su existencia. Todos contentos, se subieron en el carro y con un ramo de flores, iniciaron el viaje, para pedir la mano de Flor, que hacía latir a toda prisa, el corazón desbordado de pasión de Ángel, que anhelaba con locura, convertir en parte de su ser, a aquella muchacha, con su bonita sonrisa y su sensible ternura.
Cuando llegaron, los ojos de Flor, se iluminaron con los reflejos de la luz de la luna y estrechándola entre sus brazos, con un largo beso de enamorados, se apartaron corriendo, cerca de las cuadras, junto al pozo de agua fresca, que se encontraba allí. Aquella mujercita, estaba temblando, miraba fijamente a Ángel y éste, nervioso y casi tartamudeando, sacó la cajita con sus alianzas y le dijo: ¡Estoy loco por ti, vida mía!¿quieres casarte conmigo y que sea lo que Dios quiera?, Flor, llorando y con la valentía de la fuerza del amor, le dio aquel primer beso de locura y le contestó: ¡Si quiero!. Mientras ellos disfrutaban, con las caricias de enamorados, respetando lo más sagrado, para su noche de bodas, la familia, dentro de la casona, hablaban sin parar, de los preparativos de la boda, de las dotes y de lo poco que se llevarían, para comenzar una historia preciosa, con penas y glorias, pero con el triunfo del amor verdadero, la confianza plena y la total sinceridad. La cena fue suculenta y gozaron todos con la noticia, comían chuletas, chorizos, morcillas y huevos, buen vino de la tierra y fruta natural, pero en aquella mesa, nada había más delicioso, que el alimento divino, del amor inmenso, de una pareja de enamorados, que parecían dos niños.
CONTINUARÁ...
Me encanta Carmen cada vez más bonito,pero me da que algo pasará ojalá que no porque espero un final feliz.
ResponderEliminarUn abrazo!
Qué bonita historia.que bien narrada y que romántica, estoy deseando seguirla. Besos
ResponderEliminarque bonito de verdad este cuento!
ResponderEliminarEste cuento ha sido para mi muy importante, pues lo he basado de diferente manera, en lo que desearía en mi vida. Un besito
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