LAS CAMPANADAS

Eran las doce de la noche, se escuchaban cantos, pitos, borrachos gritando, alegrías, pues habían sonado las campanadas, dando entrada al nuevo año que nacía. En aquella habitación, solo estaba el ángel de la muerte, que rondaba a mi madre postrada sobre aquella cama del hospital. Su cerebro era un charco de sangre, pero aún respiraba mientras la abrazaba una y otra vez, para evitar que se fuera; no paraba de llorar diciéndole sobre su pecho ¡te quiero mamá, no te vayas! ¡no me dejes mamaica!, pero justo a las dos de la madrugada del día uno de enero de 1999, expiraba mientras le hablaba y su espíritu era recogido por el siervo del Señor, que se la llevaba a su lado. Aquella habitación, quedó envuelta en las campanadas de la agonía de mi corazón, al ver como me echaban fuera, mientras tapaban su cadáver con una sábana, para llevarla al depósito. Mi madre, una señora como la copa de un pino, con una clase grande y llena de humildad, trabajadora y portadora de amor para sus hijos, a los que nos dio todo sin merecerlo ninguno, y que solo confiaba en mi, a pesar de mis defectos, para contarme sus penas y su sufrir, a la que dejó en herencia a mi hermana, porque yo era especial y diferente, una madre que lo dio todo a cambio de nada, una esposa perfecta, fiel y al lado siempre de su marido, una mujer, que me dio la vida y me concibió distinta a los demás, por el don que Dios me iba a conceder, para llevar en mi interior un amor, que ya no se siente con tanta profundidad, una madre con demencia senil, que por las noches era una niña pequeña, que se levantaba y hablaba con las paredes y la acostaba conmigo, tapándola enseguida, para que no cogiera frío y muchas veces ni me reconocía, una madre, a la que unos asesinos pervertidos, me han violado con las peores acusaciones aberrantes, tanto a ella como a mi; unos malditos hijos de satanás, que deberían reventar en millones de pedazos, hasta que las tripas y todo la mierda que llevan en el interior, la escupieran por la boca, empezando por la mal tratadora vividora, agresiva, violenta y ladrona y los malos engendros de allegados, que a las dos nos han acribillado a base de balazos, ensañándose, expresando sin límites los delitos de calumnias, injurias, difamaciones, vejaciones con sarcasmos y cinismos, burlas hacia la justicia y meándose sombre mi honra y mi cordura, que pagarán una a una, cada salvajada de alguna manera, de alguna manera si, porque hay dos justicias en la tierra, la del hombre y la del Señor, la de Dios`¡criminales!, la de Dios, que es peor aún,... aunque vuestra porquería no pueda verla...., pero tendréis la vista iluminada, para ver las togas, de los representantes de la justicia humana....