LA CARA

Reflejas lo que eres, aunque a veces disimulas, pero llevas en ti algo, que  refleja lo que hay en tu fondo, sin ninguna duda.

Eres blanca o negra, de distintos colores como el arco iris, pero seas como seas, reflejas lo mismo de cualquier color.

Eres fea y dura, cuando tu ser está vacío y solo conoces el mal y la porquería de tus actos.

Eres una pasa, llena de pecados y pareces el demonio, cuando dejas tu sombra por algún lado.

Eres lo que eres, y si te cae la otra, la que utilizas para fingir, no lo consigues, porque los listos te reconocen y no te lo dicen a ti.

Puedes ser sin ella, el reflejo de una persona salvaje obsesiva, que vive amargada por ser una pervertida, una maltratadora, una ladrona, una agresiva, un ser violento, una inhumana, una traicionera, una fracasada y una cobarde embustera, que pega, es infiel y no conoce la honestidad, ni es sincera.

Eres todo eso, porque tú, reflejas la suciedad del alma, por eso te llamas careta y cuando te caes, en tus ojos se oculta la transparencia de una alimaña.

Eres el mal y lo llevas escrito con una simple cara, que pone en duda, que se pueda ser tan brutal en un cuerpo insignificante o no, eres en pequeña o en grande lo mismo que destruye el mundo cruel en que estamos, por eso hay tanta agresividad y tan poco amor hacia los demás.

Cara, cara, son tus ojos los que expresan si eres limpia o sucia, si estás triste o contenta, pero solo si es una cara única y no la cambias a conveniencia. 

Tus ojos, cara, son la boca de tus acciones y cuando eres careta, puedes ser en la que ocultas: asesina, pervertida, ladrona, ninfómana, traidora, cruel y un animal salvaje, que ataca por placer.

Los ojos de la cara, en general, reflejan si eres bueno o buena, con la que no se colocan los hipócritas para matarte sin piedad, pero siempre acaba cayendo en ellos y son verdaderos criminales, que no quieren ni la camisa que llevan puesta, fallecen en soledad porque los expertos profesionales los reconocen enseguida; y acaban reventando, para ir directos al infierno y acabar quemados, como el negror putrefacto que llevan en vida.