En una isla lejana vivían juntos muchos pecados, el odio, la traición, el robo, el violador, el asesino, el maltratador, la lujuria, la inmoralidad, la avaricia, la ira, el egoísmo, la falsedad, la soberbia, el orgullo, la prepotencia, la maldad, la injusticia del rico y del pobre, la hipocresía y el desamor, pero junto a todos ellos estaban el amor verdadero, la humanidad, la educación y la justicia en muchas ocasiones, pero éstos en menos abundancia que los demás.
El único que sufría de todos y sentía una pena muy profunda era el amor verdadero, pues todos le daban de lado y él en un rincón cercano al mar y mirando hacia el cielo, lloraba y lloraba sin parar, porque deseaba que alguien se fijara en lo hermoso que era y en la felicidad que podía llevar a la isla.
Todos se reían de su belleza, pues gozaban con aquellos pecados, que les alimentaba para destruirse unos a otros.
La humanidad sobrevivía, porque eran pequeños momentos de atención los que tenía y no le costaba mucho esfuerzo hacerlos realidad, además pasaba de todos los demás, a la educación también le pasaba lo mismo, unas veces se dejaba notar y otras pasaba desapercibida y por último, la justicia de los sabios que existía, pero que en alguna ocasión se equivocaban y convertían en falta lo que eran delitos en las leyes de la isla o viceversa, pero cada cabeza visible aplicaba sus propios criterios e incluso había habido algún error condenando a inocentes en vez de a los culpables, porque también dentro de ellos existía algún caso de ensañamiento personal sin sentimientos o algún caso que otro de corrupción, pero lo normal es que solían tener discernimiento y su labor era muy difícil.
A pesar de todo, el amor verdadero seguía confiando por su fe en encontrar lo que anhelaba, para que se pusiera de manifiesto, que a pesar de tanta crueldad, reinara la sabiduría y se aplicara las penas correspondientes a los que dentro de los pecados eran unos delicuentes.
¿Quien es por ejemplo un ladrón?....aquel que roba abusando de la confianza de otros y lo hace con premeditación y mala fe, sabiendo que va a incurrir en algo malo y lo utilizará para intentar menospreciar a los jueces y conseguir sus propósitos llenos de maldad y hacer valer sus mentiras como si fueran verdades; aquel que roba dinero y hace vivir una tortura al amor verdadero que es ingenuo, bueno y confía sin tapujos, porque va a ser apaleado y necesitará el pecado del usurpador cubrirse las espaldas.
Un día se desató una gran tormenta de fuego, pues Dios se enfadó muchísimo con el pecado del robo malicioso, porque no conocía la nobleza, ni la verdad, ni la caridad, ni nada de nada, solo vivía por y para sus propios intereses y cuando algo le molestaba lo acribillaba como fuera y se deshacía, ahorcando la fama del amor verdadero en medio de la isla, para salvarse él.
La ira del Señor era muy grande, pues habían destrozado la vida del amor verdadero y lo llenaron de brutalidades, unidos a los otros pecados, por eso cuando menos se lo esperaron los aliados del maltratador, del ladrón, del que le metió puñales de todas las clases y dejó que lo hicieran otros también, acabó arrinconado convirtiéndose en un esqueleto, porque pagó las consecuencias de sus actos.
Así fue como sacó la Luz de la verdad divina, al amor verdadero de aquella isla, en donde entre todos lo estaban matando, porque era un lugar muy especial en donde reinaba el demonio en la gran mayoría.
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