La indiferencia ocupa mi corazón por alguien que me pegó la estocada de la traición, ya no me importa si existe o no, es una pesadilla de la que me tienen anestesiada, para dormir y no recordar todas los tratos de animal que recibí y sigo recibiendo.
Ya no sabía que existía el aire cuando me tenían ahogada, tampoco que era persona, porque cada día me acomplejaban y hasta me negaron una silla de ruedas, me reñían, me gritaban, me robaron y me abandonaron en una casa sola e indefensa intentando convencer a los servicios sociales de que me ingresaran en algún sitio y después, ya fue el tope de burlas, ensañamientos, agresión y me llaman por escrito lo nunca imaginable, pero aquí estoy recibiendo cuando quieren sus salvajadas y pasándolas a mi abogado, pero ya sin llegar a leerlas del todo.
Ya no me queda nada hacia esa persona, ni tan siquiera pienso que he compartido cuatro años con ella, me siento tan azotada y con tanta sal en mis heridas, que ni quiero escuchar su nombre, para no gritar de dolor ante tanta maldad poseída.
Ahora conozco gente en Albacete, me iré todas las semanas y me relaciono sabiendo que estando así, soy respetada y se me trata muy bien como si no fuera una porquería, pues eso me llegué a creer de tanto como me lo repetían.
Que vayan de víctimas, que hoy lloren, que mañana rían, que se lamenten de sus ex amantes o que canten el aleluya, me trae sin cuidado, pues solo puedo decir que por fin mi esclavitud ha pasado.
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