UN CUBO DE BASURA

Iba un cubo de basura haciendo juego con el propietario, nunca habían visto una pareja tan perfecta, pues daban asco los dos, iban llenos de estiércol y desprendiendo mucho olor.

Quien lo llevaba era una enfermo que cogió el sida y nadie lo sabía, pero lo decían por ahí, porque la perversión de acostarse con cualquiera lo iba anunciando el pregonero del pueblo francés. Los amigos lo tapaban, pero huían de él, porque era muy degenerado y trastornado a la vez.

Le apodaban el violador de las camioneras, porque le daba por las prostitutas y no miraba quien fuera, pues no le importaba nada en tal de que favores le hicieran.

La pobre esposa no sabía nada y cuando ya nadie la saludaba, le contaron la verdad, era un baboso criminal, que no le importaba nada, más que el sexo en cantidad.

Iba haciendo mella en él la enfermedad y luego quiso probar con los hombres y se enamoró del que llevaba algo suyo y por eso siempre se fijaba en su paquete, cuando lo veía en calzoncillos pasear por los pasillos.

Disfrutaba matando y contagiando sus bichos, pero al final ya no pudo seguir mintiendo, pues el pregonero francés dio parte a la policía y lo llevaron al hospital, en donde solo y sin nadie a su lado se moría; esa fue su condena y su mujer no heredaba nada porque todo lo perdía, por pagar a quien pillaba sin pensar en sus vicios y en su su porquería.

El ir con unos y otros sin ascos de ninguna clase llevan al crimen de matar a seres inocentes, incluso a hijos engendrados, pero nadie piensa en las consecuencias en tal de dar placer a su cuerpo y ser unos sinvergüenzas.