Lo que voy a contar esta noche es una historia real, es la historia de un muchacho que se ha salido de sacerdote. Le conozco personalmente y es un hombre estupendo, con verdadera vocación para ayudar en todo a los demás, en especial a la juventud, para que no tome caminos equivocados con las drogas y esas cosas.
Su dedicación ha sido absoluta, jugando con ellos, haciendo deporte, intentando crear centros para los necesitados y entregado de lleno a realizar una labor, digna de un clérigo moderno, con una mente abierta a la homosexualidad con amor, bondadoso y tierno con los ancianos.
Después de varios años en un colegio, ejerciendo sin horarios a su vocación, se ha tenido que ir alarmado, de la forma de ser de sus superiores, lo que se suele llamar iglesia.
Ha visto tantas cosas que van en contra de la doctrina de Cristo, que ha comprendido que para seguir ejerciendo su sacerdocio, no le hacen falta los votos que hizo en su día, ni llevar un alzacuellos.
De alguna manera ha sido, porque la iglesia está para ganar y no para invertir dando a quien lo necesita.
Todos sabemos la riqueza que hay en el Vaticano y en esas catedrales ostentosas, que parecen locales de negocio, por lo que la iglesia parece mas bien un partido político, que espiritual.
Por suerte en la actualidad, hacen falta jóvenes que entren en el sacerdocio y no hay vocaciones, lo veo normal y comprensible dado que para dar ejemplo con buenas acciones, no es necesario meterse a cura. Resulta incluso más valioso irse a las misiones, siendo un seglar dejándolo todo atrás, que estos sacerdotes que viven muy tranquilitos con sus misas, sus cafetitos y además mayores y anticuados.
Hay de todo en la viña del Señor, pero desde arriba debe estar avergonzado de lo que Él quiso construir y de lo que el hombre ha construido.
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