Pronto, me despertaré con un nuevo amanecer en mi vida, me arreglarán y cuando salga a la calle, nuevas caras y nuevas gentes me encontraré, para ir prudente, despacio, siendo yo misma como siempre, pero con una nueva filosofía, habré nacido en ese momento y el pasado será cosa mía. Si hago amistades, no tendré prisas, pues hasta que no vaya viendo poco a poco, si son merecedoras de mi compañía, no me precipitaré y profundizaré en saber, si tienen algo en común conmigo, pues de todo lo ocurrido aquí, he aprendido mucho de la vida y he sacado lo positivo, para no volver a lamentar, acabar en mi nuevo destino.
Gente buena y maliciosa, hay en todos los sitios, pero víboras como en Casas Ibañez, creo que ni en lupa, se llegan a encontrar iguales, pues abundan demasiado, las que te matan con sus venenosas lenguas y te arrebatan lo que sea, por defender a un vecino de aquí, aunque sepan, que es de lo peor y a la espalda lo pongan verde. Hay mucha enfermedad mental, por culpa de las drogas, se consume barbaridades de todo y se bebe alcohol, como si fuera agua, hay prepotencia en abundancia, aburridas que gastan el dinero del marido y juzgan a otras, chismosas que no limpian sus casas y salen de buena mañana, para pararse y empezar sus labores de jueces y Dioses, preocuparse de quien ha muerto, para ir al entierro y hacer un bulto de hipócrita, pues en ocasiones ni conocen al fallecido, pero la cuestión, es enterarse, quedar bien y a lo mejor de vivo ni se saludaban. Todo ha sido nuevo para mi, pues en una capital, al ser tan grande, cada cual va a su bola y no se ven tanto las cosas, a no ser que vayas adrede a donde puedan ocurrir, pero no soy una mujer de pueblo y no lo seré nunca, pero desde luego, cualquiera sería mejor y precioso, antes que éste tan repugnante, en donde te analizan de arriba abajo, para sacar un tema de conversación, porque no entienden de nada más. La gente buena, que conozco, tienen la cultura de un corazón grande, humano y sencillo, la mayoría con estudios, pero lo que importa de verdad, es que respetan, tienen educación y humanidad, y casi todos, son de otras ciudades y me sobran dedos de las manos, para contarlos, pues los importantes, por llamarlos de alguna manera, vienen de fuera a trabajar aquí.
Mis ganas son cada vez mayores, ahora, parece que las horas son más lentas y los días más largos, pero me espera Castilla la Mancha, la Grande, la que tendrá de todo, pero más personas normales, la tierra del buen vino, del exquisito queso, del fresco embutido, las buenas uvas y la tierra de Don Quijote, toda una historia de bellos paisajes, que la convierten en mi hogar y en mi gratitud inmensa, pero jamás, para la parte de la manchuela, hacia un pueblo de la misma, llamado Casas Ibañez..., aunque las escasas personas, que me llevo en mi corazón, por supuesto son trigo limpio, que vendrán conmigo y me volverán a ver de visita, cuando me haya estabilizado y recupere un poco mi salud, porque ahora mismo, está por los suelos y necesito levantarla algo, para seguir viviendo sin tanta agonía y ganas de vomitar...
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