TRABAJANDO SIN PARAR

Desde pequeños vamos aprendiendo muchas cosas, pero hay una que se puede trabajar y cultivar, para convertirla en una flor de color azul y sentir su perfume según los actos que vamos realizando, un azul cielo, lleno de belleza y puro como la naturaleza, que Dios nos regaló. Nada hay más hermoso que tener conciencia y no dejarla desaparecer de nuestro espíritu, pues es una riqueza, que puede más con la perseverancia, que con la fuerza de arrancarla de nuestro interior. La conciencia no es un órgano vital de nuestro cuerpo, está en el alma y es la que nos ayuda a madurar y a corregir errores, que sin maldad, podemos llegar a cometer, por eso, son muchos los seleccionados por el Señor y muy pocos los elegidos. La conciencia tiene sonido, son dos voces que nos gritan, pero una, suena más alta que la otra, por lo tanto, hay que escuchar la más baja, porque el demonio es más escandaloso y nos dará la razón siempre, de todo lo que se hace mal.

La importancia que nos da la conciencia, es concedernos buenos sentimientos y convertirnos en ángeles, que pueden ayudar a los demás, al saber diferenciar la verdad de la mentira, el blanco del negro, el amor verdadero de la atracción placentera, el buen vino del veneno, pero siempre que las personas, no sean sacos rotos, en donde entra todo, pero no se llenan nunca, porque la mercancía cae al precipicio, con una facilidad impresionante. Ser ricos no es cuestión de dinero, pues los hay que son muy pobres, pero lo tienen todo y nada les falta, sin embargo, los hay que teniendo mucho, carecen de todo y son mendigos pudientes que no saben ni lavarse. Todo se puede aprender, todo en la vida es un aprendizaje, pero los hay que quieren estudiar y los hay que prefieren ser catetos e ignorantes.