Cayeron juntos a la tierra, dos guerreros del espacio infinito, los dos se miraron fijamente, pero las miradas fueron tan profundas, que sin hablarse entre ellos, se lo dijeron todo.. Uno no llevaba nada y el otro el escudo del mal y en cuanto se levantaron, cada uno salio corriendo, en busca de algo que hacer en la tierra.
El guerrero del planeta del terror oscuro, vio maravillas de las que se enamoró lócamente, pues tras dar una vuelta por todo el mundo, se percató de que a los que puso el nombre de payasos, padecían la enfermedad adecuada, para encargarse de ellos y trasladarlos a su hogar maligno. Se le caían grandes babas de burla, al darse cuenta de lo fácil que le resultaría convencerlos y hacerlos sus aliados, pues dándoles más, de aquello que llamaban felicidad, harían rápidamente el equipaje, para irse con él en su gran nave pecadora, al planeta ideal en donde no les faltaría, el doble de lo que tanto deseaban, por eso, se puso manos a la obra sin pérdida de tiempo.
El otro guerrero, empezó a hacer su recorrido, pero éste lo hizo despacio y analizando bien a cada ser humano, por eso, le salían lágrimas de sus enormes y bellos ojos, pues encontraba con lupa, a los que tenían un corazón hermoso y un alma blanca, con buenas intenciones y pequeños defectos, que deseaban corregir cada día de sus vidas, pensando en el Jefe de aquel guerrero..
Las cosas se ponían difíciles, pues el guerrero del bien, sabía que debería batirse con el guerrero del mal y sus seguidores, así que empezó a juntar a los pocos que iba encontrando con sabiduría, humildad y sentimientos profundos y buenos en sus interiores, y sin prometerles nada, tan solo ver la presencia de Dios sin moverse de la tierra, le bastó para conseguir un pequeño ejército.
Los dos guerreros se buscaron con intenciones distintas, para luchar entre ellos y que no triunfara el mal, porque si ganaba el primero, la tierra volvería a ser preciosa con espíritus resplandecientes de amor, así que dándoles unas pequeñas instrucciones a los humanos de carne y hueso, se prepararon para el ataque. Por la otra parte también lo hicieron, pero con las burlas y el sarcasmo de miradas frías y de reojo, que llevaban reflejados las ganas de matar a todos los que seguían al guerrero del cielo, para que la tierra desapareciera.
La batalla fue dura, muy dura, pues muchos perdieron la vida en ella, pero todos eran de los aliados del mal; sin embargo de los otros ninguno fue herido, así que quedaron en un empate, de gente de una parte y de la otra. El jefe del guerrero del mal, era tan avaro, que no quiso llevarse a ninguno de los suyos, convencido de que irían contagiando a los otros y la tierra sería suya para toda la eternidad y el Jefe supremo del amor verdadero, hizo que volviera el suyo, convencido de que su ejército se salvaría y no se dejarían embaucar por los demás.
Los años iban pasando y los buenos iban muriendo, los otros iban renaciendo en los descendientes, porque dejaban de respirar, pero al final de los tiempos, el planeta tierra desapareció, pero con una gran diferencia: Los del escudo del bien vivían todos en el paraíso de la perfección y los otros estaban en grandes cuevas llenas de fuego terrorífico, que ni tan siquiera percibían, pues al quitarles el corazón y el alma, el jefe que habían elegido, estaban congelados a pesar de tanto calor. La tierra sufrió una gran explosión, por parte de la naturaleza, que se reveló, pero también se marchó al paraíso en donde convirtieron aquel lugar, en el mundo de los sueños de la auténtica felicidad, con amor inmenso de pocas palabras, pero lleno de hechos, basados en la realidad.
Me ha gustado mucho tu cuento, es precioso y ójala tuviéramos ese paraíso tan hermoso. Besitos
ResponderEliminarGracias por tu comentario, ha sido un placer verte por mi blog y que te haya gustado. Besos
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