MURIÓ A GRITOS

Era mala y perversa, la había poseído el demonio y estaba loca, no razonaba y solo se contemplaba en el espejo, convencida de que tenía belleza, porque era fruto del diablo.

Era histérica y estaba llena de veneno, el cual le hacía sacar babas por la boca y escupía todo de color verde, pues no sabía hacer nada mejor.

Era la dama de la muerte y todo aquel que pasaba por su lecho, huía deprisa al verla al desnudo con los pelos de punta y dientes de vampiro.

Iba robando dinero a todo el que podía, pero su magia de bruja era tan pobre, que no engatusaba a nadie, solo cayó en la redes de un psicópata que todo se lo permitía, porque eran iguales después de morderle en el cuello y contagiarle sus líquidos de fuego abrasador, que lo iban quemando vivo, pero que el enfermo no se daba ni cuenta.

Por las noches se convertía en toda clase de animales y de repente aullaba, relinchaba, ladraba, se convertía en rata, en cucaracha, en serpiente, en araña y se ponía a dar golpes, porque era la esposa poseída por el verdadero Lucifer, padre del monstruo que llevaba en su vientre, una especie dañina, que no llegaría mucho tiempo a disfrutar del color de la luz, pues siendo hija del infierno sería ciega ante el bien y solo serviría para hacer el mal.

En este cuento la barriga de la madre aumentaba sin parar el día elegido, no paraba de aumentar y fue inevitable lo que le pasó, explotó de tal manera que lo que llevaba dentro era enorme y con muchas patas, brazos y una cabeza gigante, que tuvieron que matar porque era el mismo demonio hecho mayor.