Caminante, que caminas para sudar y quemar el veneno de la soledad, buscas refugio en el banco de tu maldad y te imaginas lo que no tienes, pero algo te queda todavía y lo encontrarás...
Caminante, caminante, solo los huesos de tu alma te van sujetando, pero eres feliz, porque ignoras lo que te llegará, te caerá el regalo más preciado para ti, el que te hará llorar de felicidad, pues encontrarás tu propio amor en donde menos te lo esperas y entonces, alcanzarás el triunfo de un artista fantasma, que ni ha existido ni existirá...
Caminante, caminante, sueña con tu florecilla y con el jarrón que la mantiene, pues cuando no tenga agua y el jarrón se haya roto te cogerás un paraguas, para salir corriendo bajo la lluvia y suplicar que le caigan gotas, porque querrás resucitarla...
Caminante, caminante, por mucho que caminas no avanzas nada, por eso, cuando te hayas agotado de tanto caminar, aparecerán ante ti tus propias huellas llenas de tierra estéril, que te harán sucumbir ante la siembra del bien y te harán morir, para que desaparezcas de tu camino y aquel banco solitario quede libre y limpio, para quienes se merezcan reposar en él....
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