Puedes tener amigos, salir, divertirte, hacer cosas, familia, pero a ciertas edades lo más grande e importante, es tener tu pareja, tu gran amor verdadero y caminar a su lado por los senderos de la vida. Cuando llega la noche, se siente esa soledad enfermiza y no tienes a quien abrazar, para decirle ¡te amo!, para sentir el calor de su cuerpo y darle el tuyo, para reír y charlar, y en su momento, acabar haciendo el amor. Nada es más imprescindible en el mundo, que estar enamorada y tener tu media naranja, saber darse mutuamente y que esa unión sea lo más importante ante todo y por encima de todo, pues cada buena pareja defiende lo suyo y luego están todos los demás. El corazón puede ser muy grande y tiene espacio para mucho, pero quien forma parte de tu vida diaria, es la pareja, cuando la relación es valorada por las dos personas y la defienden a capa y espada.
Yo, creí tenerlo todo, pero no tuve nada más que dolor y mentiras, sin embargo, mis sentimientos más profundos y guardados como mi tesoro más sagrado, los entregué a un pozo vacío; mi nombre nunca existió, pero para llevarme a la destrucción supieron conocerme muy bien.
Mi psiquiatra me vio hace poco y me ha citado en un mes, porque conoce lo que pretenden hacerme, me ve como estoy y le voy contando todo; y solo puedo decir, que es la mejor doctora, por la que he sido tratada, y sabe perfectamente que no estoy enajenada mental. Gracias a la medicación acertada, a mi psicóloga y a mi querida auxiliar, he conseguido levantar algo los ánimos y dispuesta a luchar y enfrentarme a quien sea, para ganar la batalla de la justicia y seguir creyendo en ella.
También voy a abrir la puerta de la esperanza, de la confianza con prudencia y de volver a soñar, que esa mujer que tanto amo, vendrá a mi.
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