UNA VEZ EN LA VIDA

Hay quien no cree que se pueda llegar a morir de pena, pero os aseguro que si se puede, pues yo ya estoy muerta aunque siga respirando. Me convencen en ciertos momentos de que todo pasa, pero en mi caso todo se acentúa cada vez más y me gustaría estar encerrada siempre, sin que nadie me viera, hasta morir lentamente junto a mis pequeños.

No puedo soportar el dolor, abro los ojos y se me inundan de torrenciales de lágrimas y me doy cuenta de mi realidad, de que no quiero nada de nadie, ni tampoco podré volver a amar, todo me aburre, nada me atrae, quiero convencerme de que todo es una horrible pesadilla y que volveré a retroceder en el tiempo, pero aun me pongo peor, porque se que es el presente que tengo.

Creo en mi corazón, que ha sido capaz de sentir y demostrar con hechos el amor verdadero, pero ya no creo que nadie lo sienta como yo, por eso ya no me fío y nada tengo en lo que apoyarme para darle un poco de color a las cosas que veo, cuando salgo a la calle.

Solo aparecen negras tormentas, aunque brille el sol, me siento pisoteada por toneladas de camiones, que han pasado por encima de mi y me han quitado las ganas de vivir, estoy en un ataúd que me asfixia, pero mi espíritu no abandona mi cuerpo y solo me apetece gritar fuertemente a los cuatro vientos, lo dañada que estoy y lo mal que me encuentro.