NI QUIERO VIVIR NI QUIERO MORIR

Lucho cada día por mantenerme viva, pues mis pequeños me necesitan, pero en mi subconsciente se me apoderan las ganas de morirme sin despertarme cuando me quedo dormida. Dicen que de pena no se muere nadie, pero yo noto como mi agonía se acentúa a cada momento y no tengo ganas de comer ni de nada. Salgo por la calle y las alegrías de los demás me destruyen, al ver que yo ya no soy la que era y que me dejaron por quedarme así y ser un trasto que producía rabia y agresividad, en la persona que me cautivó por su interior, diciéndome lo que siempre soñé escuchar de una mujer, para poder enamorarme de ella. Después cambió de opinión y en vez de crecer el amor día a día como me decía, moría con el tiempo, porque nada era para siempre. 

Cuando te enamoras de verdad, la ceguera no te deja ver o en realidad disculpas lo que si ves, pero no quieres aceptarlo, pues te desconciertan con palabras y te aferras a ellas, cuando cada vez son diferentes; ahora que todo terminó me doy cuenta de que solo fui una mujer llena de amor, con una moral intachable, con cultura, humanidad, desprendida y que por mi ingenuidad y la falta de malicia le conté toda mi vida llena de traumas, para conocerme bien y llevarme en la enfermedad a enterrarme con sus métodos llenos de sabiduría maligna, a una depresión de la que ya no se si saldré algún día.

Todo fueron mentiras y ella se protegía de no ser real y guardarse sus secretos, confiaba en la familia y a la espalda todos se ponían verdes, pero conmigo nunca se sacrificó en nada y todo eran pegas y excusas, para no estar conmigo cuando la necesitaba. 

Todo su amor se lo daba a su casa y a cualquiera antes que a mi, pues ya desde el principio me amargaban la vida sin parar y lo soportaba todo por ella.

Muchos escritos dedicados, los mismos que a la anterior y a la siguiente a mi, pero algo había en ella, que se creía mis perfecta y mis universo y que iba a volver loca a otra engañándola igual, sin darse cuenta de que como Carmen no existía una lesbiana parecida, porque no me enamoro de las mujeres, tiene que ser un interior especial el que me toque de lleno y ella supo ser muy buena artista para conseguirlo y quitarse el aburrimiento y las habladurías al haber encontrado una persona como yo, que se desvivía con todos, para luego unirlos y cargarme a mi con sus pecados y los tratos más criminales, que una persona sana no se merece y mucho menos enferma, cuando lo dio todo a cambio de nada.

Me he convencido de que no existe otra como yo para esto del amor y si antes no me valoraron en nada, ahora menos todavía, pues nadie quiere y discriminan a los que vamos en silla de ruedas, no importa si estás entera y es por los huesos degenerativos, se avergüenzan, te esconden, te dejan abandonada, te miran con asco, rabia, te ponen normas, se quejan de todo, te riñen, te ponen más complejo todavía, se van buscando a otra y si la consiguen y no han podido deshacerse de ti, te abandonan sin sentimientos de ninguna clase, habiéndose prevenido antes robando cosas que no les pertenecía, para divulgarlo por todos los sitios, taparse ellas de lo que en realidad son y hacer que las hipócritas de dos caras, hablen pestes de ella primero y luego me pongan a mi a través de sus explicaciones como es de aquí, como si fuera una delicuente asesina, que quiere matar y va persiguiendo y molestando a la gente.

Estoy deseando de que me vea mi psiquiatra, pues no puedo soportar todo lo que me ha arrebatado y cada salvajada que me han enviado y que era sagrado en mi corazón y en el mi alma, me han quitado la vida aunque siga respirando y si no me voy de aquí en cuanto pueda ser, estoy segura de que me acabaré muriendo de verdad. Solo el hilo de que llegue hasta conocerse el nombre del que no me olvido por todas sus aberraciones y del que ya conozco, me hacen débilmente mantenerme en pie, confiando en la justicia, si es que existe, ante la claridad de unos salvajismos que no tienen calificativos y que reciban su pena por destruirme con una violencia que a cualquiera le afecta y no son los interesados.