EL FRACASO DE LOS SIN NADA

En la casa de un pueblo de Londres, vivía un hombre mayor que se dedicaba a hacer muñecas, pero por mucho tiempo que dedicaba a construirlas y a gastarse un dineral en el material, a la hora de venderlas nadie se las compraba porque no gustaban nada y siempre tenían el mismo diseño de bondadosas y dulces. El hombre se llamaba a si mismo fabricante porque era prepotente, se creía todo un profesional, que era muy bueno en su labor y no se daba cuenta de que era un fracasado, porque no era natural y había aprendido copiando a otros. Decía que era pobre porque era un embustero y le gustaba sacarle a los demás aquello que poseían, para luego de no vender nada, decir que solo era por distracción debido a su afición. No tenía personalidad, era cínico, calculador, no era humano, no tenía espontaneidad, buscaba la perfección sin mirarse al espejo, pero estaba lleno de mucho orgullo, para reconocer que lo suyo no era fabricar muñecas y que si las hacía era para venderlas y no almacenarlas por gusto propio en su hogar

Nada le salía bien, porque era un hombre lleno de maldad, solitario, insociable, envidioso, frío y carecía de buenos sentimientos, por eso tenía doble personalidad y en las calles pensaba que se le consideraba un señor bueno y sencillo, cuando era muy conocido por ser un mujeriego y muy mala persona, aunque en la cara no se lo decían, porque le daba miedo a la gente con su aspecto endemoniado y mirada traidora.

Llegó a tener con sus mentiras cuatro parejas en su vida, bueno mejor dicho solo dos, una por casado y otra que cayó en sus redes confiada y sin ver el exterior, solo un interior que le hizo creer que tenía igual al de ella, pues las demás fueron rollos pasajeros, que lo abandonaron enseguida cuando lo vieron en la oscuridad tenebrosa y que era una bomba de destrucción.

Le encantaba criticar, juzgar y lo hacía hasta con los suyos, pues todos eran iguales de malvados, pero se tiraban la piedra y escondían la mano. El anciano era un asesino en potencia, pero su otra parte era la de hacerse el víctima de los crímenes que cometía sin piedad y con ensañamientos, con robos de intimidades, cómplice de violaciones morales y vejaciones salvajes, que le hacían disfrutar y beber vino sin parar, para no sentir la conciencia que el demonio quita a los que ofenden a Dios, hablando de Él y del Amor verdadero con burlas y jugando, porque solo miraba por su comodidad y sus placeres.

El viejo tuvo una desgracia muy grande, pues murió de una enfermedad galopante cuando se vio solo y sin nadie que pudiera quererle, pues le sacaron sus dineros escondidos bajo los ladrillos y dejó de interesar a los que lo utilizaban, porque había criado cuervos para sacarle los ojos.

Nadie se salva y queda impune, sobre todo aquellos que actúan premeditadamente y destruyen con mentiras inventadas a seres inocentes que han dejado heridos, para el resto de sus días.