EN EL CIELO DE MI CORAZÓN

Con mi corona de amor por ti, cuando lloro te llamo a gritos y quisiera abrazarte, para que me dieras calor con tu pecho noble de madre ejemplar, una madre que me contempla desde el cielo y sufre cuando me ve llorar, porque soy una niña perdida entre las ganas de vivir, ser feliz y de la que se burlaron al verla sufrir. 

Mamá, mamaíta, tenías razón en todo y me conocías bien, por eso, me ha salido cada advertencia que me hacías, pues sufro tanto o más de lo que me decías, pero no te preocupes, tú tienes al Señor a tu lado y los dos me ayudáis a seguir adelante, porque siempre queda alguien por ahí, que vale la pena. Por cada lágrima recibo un apoyo; por cada dolor, cariño de pocas, pero buenas amigas; por cada caída, unas manos que me levantan; por cada recuerdo, unas palabras de aliento; por cada mal que me han hecho, una atención gloriosa; por cada paliza, un sillón de reina, pues aunque acabara ganando la injusticia, del cielo llegó la factura de un fracaso, que corroe las entrañas al despertar la conciencia de quien vive sin vivir y se ríe a carcajadas al leer lo que escribo. Como me dijo en su día una experta profesional, una persona de malos sentimientos y violenta, me lo hizo todo siendo aún joven y que un ser así no valía la pena y en el fondo, me hizo un favor, para no acabar sin remedio alguno, porque de haber sido más mayor, entonces, ya no habría tenido ni esperanza de sonreír. Lo perdoné todo, pero lucharé hasta el límite final, para que mi madre, lo que me arrebataron, las agresiones y las más espantosas acusaciones, reciban si se cumple la ley, la justicia que me merezco, pero si no fuera así, la recibirán del único juez Supremo, que no la dejará pasar, cada día de sus vidas....cada día, cada día, esperando lo que nos llegará a todos tarde o temprano, pero con un dolor que no tiene nombre, de tan fuerte como será...