LA LLEVÓ AL PLANETA DE LA FELICIDAD

Vivía soñando con ella, solo por ella respiraba, era la flor más hermosa de su jardín interior, de la única que su perfume inhalaba, porque en aquella flor, estaba la semilla de un buen amor.

Era el arco iris que la seguía, el ángel que la protegía, era un universo de llantos y alegrías, era más que el infinito, era todo corazón, alma, ternura, pasión y le cantaba como un ruiseñor.

Era su gran secreto, era todo suyo, nadie lo compartía, pero en su mirada y por sus venas, corría el agua pura del gran amor que sentía; su espíritu le abandonaba y corría a su encuentro, penetraba en el de ella, pero dormía tan profundamente, que no se daba cuenta de que la poseía, haciéndola solo suya.

El buen mago, que lo veía todo a través de la vida, lloraba de pena, pues quería unirlas, pero la distancia las separaba porque se buscaban y el tiempo las detenía.

Bajó aquel lucero de la noche para iluminarla, abrió sus ojos de repente, su corazón palpitaba deprisa, le faltaba todo y moría por ella; en su gran despertar salió deprisa a la orilla de su mar de lágrimas y entonces: Cogió una barquita pequeña y remó durante horas y horas en busca del horizonte, que tenía cercano, pero  cuando llegaba y la veía, cerraba los ojos, porque era su gran amor, el que tanto anhelaba y quería.

El planeta de la felicidad era observado cada día y cada noche, al final ya no pudo más y con el vestido de novia voló junto a ella, para unirse sin papeles en el altar de las estrellas; ya no existía nadie, ya eran un solo viento de la libertad, eran el ancla del amor eterno, el que ya no zarparía para hundirse, el que se convertiría en una nube, para ser llevadas entre algodones al planeta de la verdadera felicidad, al planeta que siempre perdura, al que está lleno de amor con perlas brillantes, y que aunque haya oscuridad, surge de nuevo la luz, porque tiene la raíz más dura y profunda, del único árbol de la vida, que jamás podrá ser arrancado...el árbol del AMOR ETERNO.