EL GRAN JEFE

El gran jefe de un equipo de criminales, mientras daba las órdenes de que los demás mataran sin piedad, se escondía en su cueva comiendo sin parar y bebiendo su buen vino. Sabía indicarles a los demás la forma de hacerlo, porque conocía bien a la víctima elegida. Supieron obedecerle cuando nunca lo habían hecho, pero con esa persona en concreto depositó toda su violencia y su rabia, para enterrarla en el hoyo de la desaparición, porque los había castigado a todos con sus insultos y habladurías íntimas, criticándose y poniéndose verdes unos a otros, porque por eso se les llamaba bandidos y supieron unirse para aparentar que eran un equipo unido, pagándolo con una inocente.

Cuando comenzaron su guerra particular con esa enferma indefensa, para tapar los delitos cometidos por su gran jefe, que eran famosos, no paraban de darle un palo tras otro, una cuchillada tras otra, insultos degradantes y llenos de burla y entre todos le robaron su honor, su honra, su decencia y divulgaron todas las barbaridades inimaginables, porque el gran jefe se lo había programado todo violando su confianza y le arrebató lo que sabía que para ella era sagrado y necesario.

Si en el mundo había una mujer casta, que no concebía el sexo sin amar profundamente y para toda la vida era ella, algo que era su gran tesoro guardado, para cuando encontrara el verdadero amor en alguien especial como ella, pero tras engañarla para aprovecharse de su desprendimiento, la violaron una y otra vez junto a su madre y a su hija, dejándole la marca de una depresión grave, que la hacen dormir sin parar, para que su mente descanse de tanta tortura.

Ahora sabe el gran jefe que pagará por todos los delitos cometidos y ha convencido a sus criminales de que paren y no sigan ensañándose, porque la mujer maltratada    ha perdido el miedo a que se le pare el corazón y conseguirá que se aplique la justicia, con la pena que conllevan los hechos cometidos.

Todos los que se saltan las leyes se ríen y se cachondean de la justicia, pero nadie se queda impune y de una u otra manera, pagan las consecuencias de sus acciones malvadas y llenas de premeditación y alevosía.

La caja negra se abrió y entonces se conocieron las causas de lo mucho que le pegaron, robaron y tiraron a la calle metiéndola en una casa sola e indefensa, como si fuera un animal que habían maltratado salvajemente sin escrúpulos de ninguna clase.

Lo que menos se imaginaba el gran jefe es lo que le llegaría, pues con sus pistolas caminaba todo altivo, sin importarle nada de lo que había hecho y sintiéndose feliz de que todo se creía que le había salido perfecto.