

Eran dos hadas diferentes, las dos, excelentes y con buen corazón, con los valores que me gustaría encontrar en una mujer de mi condición. Una, se llamaba Realidad; la otra, Espiritualidad, pero ambas eran profundas, aunque una lo disimulaba un poco más. Realidad era un hada abierta, cariñosa, dulce, gozaba de muchos amigos y gustaba a quien la trataba. Espiritualidad, era un hada con más sufrimiento, no se abría tanto así como así, quería mucho y ayudaba a quien veía especial y no se cansaba de ver lo positivo y repetirlo con comprensión, aunque supiera, que el dolor no muere fácilmente y a veces nunca, Las dos hadas se conocían y respetaban, eran bellas por dentro y por fuera, por eso, cuando aparecían, todos las buscaban. Las dos hadas poseían grandes dones y los utilizaban bien, pero aunque Realidad dijera que todos los humanos eran iguales para ella, en su fondo, sabía que no era así, pero necesitaba creerlo, porque era más feliz y se convencía de que no creaba dependencia y era bondadosa a la hora de charlar, así como un caramelo, que todos querían llevarse a la boca. Espiritualidad, era más mayor, sus experiencias viajando por las nubes del cielo, le hacían ver cosas auténticas, pero daba calor con palabras del espíritu y era más reservada. Las dos, vinieron del cielo, pues habían recibido la orden de Dios, una de forma directa y la otra con la energía que transmitía, al dialogar con ella. Eran dos hadas preciosas, dos flores de distinto color, una con un perfume muy fuerte, la otra con una esencia más suave; dos bombones de chocolate, uno con relleno de licor y el otro con relleno de coco, pero no importaba lo famosas que fueran, lo que importaba era, que como hadas, una era brujilla de hechizos graciosos y lindos y la otra, de paloma que se posaba en las manos, de quien de verdad le importaba. La moraleja de este cuento, es que en realidad, las dos, llevaban sufrimiento e intentaban consolar y hacer felices a otras personas, a sabiendas de que ellas, también arrastraban lo suyo y a escondidas lloraban también.

Hola Carmen,el cuento me ha parecido muy real como siempre tu inteligencia e intuición no te engaña,he reconocido a las dos Hadas y pienso que cada edad requiere un comportamiento y cada situación también. Gracias porque nunca nadie me regaló un cuento y mucho menos haciendo de mi persona un Hada.
ResponderEliminarBesos.
No me des las gracias, pues escribo lo que siento y todos seríamos hadas si existiera el amor y la comprensión en la humanidad, nadie sería perfecto, pero la belleza reinaría en el universo...Tu buena amiga te manda un abrazo y mucha felicidad en la resurrección del Señor...
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